La tercera ola es un tsunami en Marbella

24/01/2021
La llamada tercera ola de la pandemia por coronavirus se ha convertido en un tsunami en Marbella. También en otros sitios, no solo de España, pero aquí nos corresponde analizar lo nuestro, lo más cercano. La Covid-19 pasó en su inicio casi de largo por el municipio, al menos en los datos oficiales, con muy poca incidencia. Tras el verano, nos dio de lleno y, ahora, no está arrasando.

¿Por qué Marbella superará este próximo lunes los 1.000 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días? Podemos encontrar distintas causas, que vienen de largo, y alguna más que quizá se nos escape. 

Ya desde el verano, el municipio se convirtió en una ciudad sin ley, llena de fiestas, desenfreno y donde, poco o nada, se cumplían las medidas sanitarias, mientras el Ayuntamiento miraba para otro lado. 

En Starlite, los conciertos se fueron desmadrando hasta que explotaron con el de Taburete, principalmente porque ese día hubo vídeos que alcanzaron gran difusión. 

En discotecas se hacían fiestas ilegales, los bares se llenaban y la pandemia se disparaba. Nos cogió de lleno la segunda ola por salvar el verano

En septiembre fallecieron 24 personas, según el dato oficial, el número más alto en un mes hasta ahora en el municipio. 

Aparecieron por entonces los rastreadores que, al menos en Marbella, fueron, o son, como las meigas en Galicia, haberlos dicen que haylos, pero nadie los ha visto. 

La desidia por parte de la Junta fue total. Aquí nadie buscó los contactos que había tenido un positivo y, si llamabas al teléfono de Salud por haber estado cerca de algún contagiado, te decían que te estuvieras dos semanas en casa. Y listo. 

Quien daba positivo porque se pagaba un test en una clínica privada, avisaba a las personas con las que había tenido relación en los días anteriores. Rastreadores voluntarios, como en Madrid para quitar la nieve. 

No había ningún tipo de control. A los 14 días, si no querías pagar otro test, volvías a la actividad normal. Quien se lo pagaba, quizá daba positivo otra vez, como ha habido casos, así que lo mejor era tirar para adelante, más aún si eras autónomo. 

Así se gestionaba la pandemia en esa segunda ola por parte de la Junta y así nos fue. Y en el Ayuntamiento de Marbella, ya lo escribí en septiembre, la táctica del avestruz, esperar a que escampe.  

No voy a volver a repetir aquel artículo, pero tengo claro que la alcaldesa, Ángeles Muñoz, solo utilizó, y sigue utilizando, la pandemia para su propaganda personal. Desde los célebres test serológicos hasta salir en el Telediario por cerrar las playas por la noche.

Mientras, moría la gente y los brotes se multiplicaban en el municipio, hasta que la Junta decidió ocultar esta información. Lo que no se sabe, no existe.  

La situación se alargó hasta finales de noviembre, cuando las restricciones de movilidad hicieron que la curva bajara con las navidades a la vista.

Y ahí, el martes 1 de diciembre, el presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno, hizo un llamamiento a celebrar la Navidad porque era el sustento para muchas familias y un pilar importante de la actividad económica en estas fechas.

También se sabía entonces que iba a ser la tumba de muchas personas, en ese difícil equilibrio, es cierto, entre salud y economía.



En Marbella volvieron las fiestas en discotecas, los espectáculos con famosos en los centros comerciales, los bares llenos y sin control, los botellones, sin vigilancia ninguna, y nos pilló la tercera ola. 

Con más fuerza que la anterior y con el Ayuntamiento, de nuevo, sin hacer nada. Con las cifras disparadas, la alcaldesa solo apareció el pasado domingo día 15 de enero, cuando Marbella tenía ya una incidencia récord de 484 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días. 

La Junta anunció un ridículo cribado aleatorio de 1.000 personas, cuando no se hacen test a quienes han tenido contacto con personas contagiadas, lo repito. El resultado fue un fracaso, apenas el 43% de los citados acudió a la prueba. 

Y Ángeles Muñoz, que ya había despertado de su letargo, anunció una medida milagrosa. Pidió a la población que, de forma voluntaria, se confinase en sus domicilios desde las ocho de la tarde. 

Sin todavía ni una sola ayuda de las prometidas a comerciantes y hosteleros, daba otro golpe a las tiendas de alimentación y supermercados, que pueden abrir hasta las 21:30 horas y así se quedarían sin clientes hora y media antes. 

¿Para qué? Simplemente para escurrir el bulto y culpar al Gobierno central de no querer adelantar el toque de queda. 

Solo hay que salir a las calles a partir de las seis o seis y media para ver que están ya prácticamente vacías. No hay nadie. Si está todo cerrado, ¿a dónde vamos a ir?

Y este próximo miércoles, tras superar la tasa de 1.000 casos, se cerrará toda la actividad no esencial, es decir, la hostelería y la mayor parte del comercio. 

Otro golpe, mientras seguimos a la espera de aquellos célebres 130 millones de euros que anunció Ángeles Muñoz allá por abril de 2020 para contener la crisis económica.

Esta es la gestión de la pandemia en Marbella. Cuando las cosas van mal, la culpa es del Gobierno. Cuando mejoran, qué bien lo ha hecho la Junta y el Ayuntamiento.

La tercera ola es un tsunami, que veremos hasta dónde nos arrasa. 

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