El temporal de levante que azotó el litoral del municipio el 19 de noviembre dejó al descubierto restos arqueológicos en los terrenos al sur de la Basílica Paleocristiana de San Pedro Alcántara, en una zona donde se hizo un estudio con georradar en 2018 y se sabía que existían.
Allí está aprobado el proyecto de construcción de un nuevo chiringuito con sótano de hormigón.
Ahora, gracias al efecto del mar, se ha podido comprobar que pertenecen a la
época tardorromana, el final del imperio, entre los siglos III y V d.C.
Según se ha informado este domingo desde la Tenencia de San Pedro Alcántara, se ha descubierto
una instalación alfarera donde se fabricaban grandes contenedores como ánforas y material de construcción.
Así se desprende del estudio específico realizado por un equipo de arqueólogos y restauradores.
Durante la investigación se han abierto
cinco sondeos, identificándose al menos
tres hornos, de los cuales uno ha sido excavado por completo con la finalidad de establecer una cronología y garantizar su conservación una vez realizado un tratamiento de consolidación.
En los restantes sondeos, se han identificado ‘a techo’ (no se ha profundizado en la excavación) depósitos también relacionados con
labores de alfarería y elaboración de material de construcción.
Destaca la aparición de
una estructura singular de desagüe de mayor antigüedad que los hornos, que se desarrolla hacia el interior de la duna, en un magnífico estado de conservación.
Además, el estudio, realizado por la empresa Menia Restauración y coordinado por Cristina Moreno Prieto y Miguel Vila Oblitas, ha constatado la presencia de
materiales altoimperiales, que hasta el presente no figuraban en el repertorio conocido en esta zona.
Esto genera la posibilidad de plantear nuevas hipótesis sobre el yacimiento en general, pues sumando todos los elementos se puede revisar la información que se tiene hasta el presente y trazar una imagen más aproximada de lo que debió ser este yacimiento en su origen.
Durante las prospecciones se han encontrado una serie de restos, alguno de los cuales aún está siendo estudiados para su correcta datación.
Se trata de
objetos metálicos (unas pocas monedas de bronce, clavos, anzuelos, bases de copas y un amuleto de bisutería), teselas, trozos de estuco pintados, y un amplio abanico de r
estos cerámicos de todo tipo con una gran presencia de un determinado tipo de ánfora (Keay XIX), casi con toda seguridad de producción propia.
“Aunque estos restos se han de depositar en el
Museo Arqueológico Provincial, la intención del Área de Cultura es que puedan ser expuestos, si es posible, en la ampliación ya prevista del pequeño centro de interpretación histórico que actualmente existe en el CAE La Alcoholera”, ha apuntado el director general, José Antonio Moreno.
Ha explicado que “se ha atendido a
numerosos interesados y curiosos que se han acercado al lugar durante el desarrollo de los trabajos, e incluso se ha realizado alguna visita guiada por el yacimiento a alumnos de centros educativos que mostraron interés por conocer una excavación en activo”.
Asimismo, se ha informado a todo el público visitante de los yacimientos arqueológicos de San Pedro Alcántara sobre la posibilidad de poder ver los trabajos ‘in situ’.
Según refleja el estudio del equipo de investigación, aunque el yacimiento es ya conocido por la historiografía desde
principios del siglo XX, fue a principios de los años 90 cuando se realizó la primera excavación arqueológica donde se constató la existencia de varias habitaciones y algunos enterramientos.
Esta intervención arqueológica, dirigida por el
arqueólogo Fernando Villaseca, se realizó unos metros al interior de la misma duna donde recientemente han aparecido las nuevas estructuras por la acción del oleaje.
En 2017, otro equipo arqueológico de la empresa Aratispi Patrimonio realizó junto con la Universidad de Granada
un estudio geofísico mediante georradar, delimitando distintas estructuras relacionadas con la investigación precedente.
La inusitada fuerza del temporal de levante que azotó nuestras playas en las fechas citadas conllevó que la acción del rebalaje fuera más intensa que otras veces, realizando un enorme vaciado del arenal, llegando hasta pie de talud de la duna actual.
La puesta en valor permanente se considera complicada, por lo que, para proteger los restos de
la acción erosiva del mar, han sido tapados por un importante acopio de arena sobre el talud y con sacas de gravas que actúan de escollera, solución transitoria que habrá de ser complementada en el futuro con elementos de protección fijos.
Desde el Área de Cultura de la Tenencia de Alcaldía aseguran que se trabaja ya para presentar lo antes posible
un proyecto global en este sentido que cumpla con todo lo acordado en el último Pleno municipal.
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