El programa del pacto por el cambio en Marbella estará listo este viernes

La ideología importa. La gestión del PP ha sido relativamente buena durante los 8 años de mandato, pero hay cosas que mucha gente ya no perdona. El ayuntamiento que se encontró Muñoz tras 15 años de dictadura gilista, donde una mafia institucionalizada extendía sus redes clientelares por todos los sectores de la sociedad era terrible. No solo es que hubiera un déficit tremendo, es que no había ni para lo más básico. En estos años se ha conseguido reducir la deuda, se ha regulado la situación de la plantilla municipal y se ha restablecido la calidad democrática previa a los 3 lustros ominosos del gilismo. Sin embargo, escándalos más o menos grandes como el arboricidio en Notario Luis Oliver, los negocios de la alcaldesa en Luxemburgo o la imputación de 2 concejales de la todavía corporación en funciones le han pasado factura. Por encima de todo ello, la actitud caciquil de algunos concejales del PP (Cardeña, López..) actuando en los plenos y sus concejalías como si fueran sus cortijillos no han gustado a la oposición. Por otra parte, la sociedad marbellí, aleccionada durante años por GIL y sus secuaces, no han sabido democratizarse y son muchísimos los que enarbolaron la bandera del PP como en su día hicieron con GIL a cambio de un quiosco o de un puesto de trabajo para un hijo en la basura. La venta de la ideología por un voto y acudir a las urnas pensando con el bolsillo no ha sido exclusivo de Marbella ni de los votantes del PP. Por más que Muñoz ha ocultado las siglas “PP” de sus carteles, los casos de corrupción en un partido que ha institucionalizado ese tipo de delitos también ha pesado a la hora de restarle votos. A diferencia de partidos con cientos de casos de corrupción, como el PSOE, el PP lo tiene de manera estructural, dentro de sus propios órganos de dirección (véase la lista de ministros de Aznar procesados). La gente siente cierto pudor a la hora de votar al PP. Por más miedo que han intentado meter en la sociedad augurando el fin de la democracia, la llegada de los soviets, de los violadores de monjas, incluso vinculando a Podemos con ETA, todo ello no ha sido suficiente y la gente ha optado por el cambio. Afortunadamente, el posible alcalde Bernal no lo será con mayoría absoluta sino que saldrá fruto de un pacto a 4. Menos mal, repito, porque con el currículum que tiene el señor Bernal, conocido por todos en Marbella y con una sociedad poco crítica y acostumbrada a pelotear al político de turno para conseguir un puesto en lo que sea, tendríamos el caldo de cultivo propicio para reeditar un nuevo capítulo en la historia de la corrupción en Marbella, no ya por los gobernantes, sino por una sociedad sumisa, clientelar, de moral laxa y falta de principios e ideología.