Pablo Gil Martínez es un arquitecto de San Pedro Alcántara que ha desarrollado su carrera en Londres y Madrid, donde actualmente forma parte del estudio GilBartolomé, en el que se ha fraguado la citada "Casa del Acantilado".
Se trata de una construcción vanguardista, exótica, que ha llamado mucho la atención ya que tiene el aspecto de un dragón de tres ojos, con "escamas" que cubren los techos, además de, por ejemplo, una enorme piscina.
Está situada en la costera localidad granadina de Salobreña, en un cerro, "colgada" sobre un acantilado, en un terreno que tiene una inclinación de 42 grados, lo que ha sido todo un desafío arquitectónico.
La segunda planta de la Casa del Acantilado, en Salobreña.
Los clientes, un matrimonio joven de Madrid, apostaron por promover una vivienda integrada en el bello paisaje, en una difícil parcela, y con unos espacios interiores orientados al mar y diseñados para el disfrute de la buena vida.
Las soluciones técnicas innovadoras utilizadas y la incorporación de procesos artesanales han permitido reducir los costes.
La vivienda se desarrolla en dos plantas, un gran salón aterrazado, siguiendo la ladera de la montaña, unido a una terraza en voladizo con piscina, y una segunda planta con las habitaciones que tienen miradores volados.
Está enterrada en la pronunciada ladera y aprovecha una temperatura constante de 20 grados del subsuelo durante todo el año.
Está cubierta por una lámina curva de hormigón armado sin apoyos intermedios que juega con la geometría del terreno y, que gracias a las escamas de zinc que la cubren, producen una calculada ambigüedad entre lo natural y artificial, entre la piel de un dragón contorsionándose, que desde arriba parece reproducir el color y la espuma del oleaje del mar, y desde abajo parece continuar la ladera natural.
El interior de la primera planta de esta construcción vanguardista.