Marbella puede presumir de haber contado con un héroe con mayúsculas en los últimos años del imperio español. El marbellí Rogelio Vigil de Quiñones fue uno de los "Últimos de Filipinas" capaces de defender durante casi un año Baler pese a las enfermedades y la falta de alimentos que tuvieron que padecer.
Este domingo por la mañana, el parque marbellí que lleva su nombre ha acogido un merecido homenaje a un héroe del que muchos poco saben pero que, sin duda, forma parte de la historia de este municipio.
El homenaje ha estado presidido por el General Médico Jefe de la Brigada de Sanidad, Manuel José Hieto Linares, y ha contado además con multitud de familiares y amigos que no han querido perderse este tributo.
Antes de comenzar con los actos oficiales se ha procedido a realizar los honores reglamentarios a la autoridad militar y se ha recordado la efeméride que tuvo lugar el 14 de diciembre de 1898 cuando Vigil de Quiñones, aún estando muy enfermo, pidió a su cabo que salieran por hierbas para conseguir salvar la vida de los enfermos.
La nieta de Vigil de Quiñones y la alcaldesa han depositado una corona de laurel ante su busto. (Foto: J.Z.)
A la desesperada, estos héroes, conocidos para la historia como "Últimos de Filipinas", consiguieron despejar un radio de 200 metros, parar abrir las puertas y ventanas de la iglesia donde llevaban meses encerrados y abastacerse de hierbas y vegetales para conseguir recuperarse de la enfermedad del Beriberi. La resistencia y defensa de Baler consiguió prolongarse durante seis meses más.
Una nieta de médico militar, María Luisa Vigil de Quiñones, junto a la alcaldesa, Ángeles Muñoz, ha procedido a colocar bajo el busto que se encuentra en dicho parque una corona de laurel como homenaje a este héroe español. Las salvas de honor han dado por concluido el solemne acto realizado en El Pinar.
María Luisa Vigil de Quiñones ha señalado a los medios de comunicación que se encontraba "muy emocionada y agradecida" por el homenaje que su abuelo ha recibido en su ciudad.
"Pensar que al cabo del tiempo le puedan hacer en Marbella este homenaje a mi abuelo era para mi impensable", ha confesado María Luisa, quien ha añadido emocionada que "en mi casa siempre ha habido adoración por Marbella".
Las salvas de honor han dado por concluido el homenaje. (Foto: J.Z.)
Algunos familiares también han aprovechado la presencia de varios miembros del Equipo de Gobierno local para insistirles en que restauren la ermita que se encuentra abandonada en el parque Vigil de Quiñones.
Posteriormente, a las 12:15 horas en el Palacio de Congresos, se ha proyectado el vídeo "Los últimos del Imperio" para proseguir con una mesa coloquio en la que han participado los descendientes del médico militar.
Este homenaje a Vigil de Quiñones se enmarca dentro de los actos de celebración de la exposición Sanidad Militar Española: Historia y aportación a la Ciencia, una muestra organizada conjuntamente por el Ministerio de Defensa (Inspección General de Sanidad de la Defensa) y el Consorcio Parque de las Ciencias de Granada, que permanecerá abierta al público hasta el mes de junio del próximo año en la capital granadina.
¿Quién era Rogelio Vigil de Quiñones?
Nacido el 1 de enero de 1862 en Marbella, estudió en la Facultad de Medicina de Granada. Desde 1886, ejerció durante once años como médico rural en la Alpujarra granadina y en 1897 se alistó como voluntario en el Cuerpo de Sanidad Militar, siendo asignado al Ejército de Filipinas. A principios de 1898 llegó a Manila dónde inicialmente se le destinó al servicio de guardias del Hospital Militar de Malate.
El 5 de febrero marchó a Baler como director de la nueva enfermería que habría de establecerse en aquel pueblo de la costa noreste de la isla de Luzón.
Entre el 30 de junio de 1898 y el 2 de junio de 1899, Vigil de Quiñones defendió junto a un pequeño grupo de españoles la última posición del Imperio Español en Las Filipinas.
Había 54 soldados, de los que sobrevivieron 33, que resistieron el ataque de 400 soldados tagalos en el interior de la pequeña iglesia de Baler. Hostigados constantemente por el fuego enemigo, apenas sin víveres, exhaustos y la mayoría enfermos, resistieron heroicamente por 337 días, escribiendo una de las páginas más brillantes de la historia militar española.