Marbella despide el verano con sardinas al espeto y tomate en las playas

Resulta cada vez más difícil disimular la podredumbre que permea esta gestión municipal. Bajo el manto de “fiestas populares” y “homenajes al turismo” lo que se encubre es un gobierno sin escrúpulos que dilapida recursos mientras los ciudadanos pagan las consecuencias: precios desorbitados, servicios deteriorados y una ciudad que agoniza ante la huida de quienes deberían visitarla. Angeles Muñoz (y sus concejales cómplices) pueden repartir sardinas y tomates para la foto —como en esta moraga de despedida de temporada— pero eso no oculta que Marbella se ha convertido en un agujero negro de corrupción y clientelismo. Mientras ellos viven como reyes, el pequeño comercio, los profesionales autónomos y los ciudadanos de a pie apenas sobreviven. La “temporada turística” se sostiene artificialmente con medidas de fachada que no construyen un modelo sostenible, sino que vacían el bolsillo de residentes y visitantes. Quejarse no es pesimismo: es exigir cuentas, transparencia y un gobierno decente. No basta con fiestas y propaganda: exigimos que Marbella vuelva a ser una ciudad para quienes la habitan, no para quienes la saquean.