A las 20:30 horas se abrían las puertas de la iglesia del Santo Cristo para iniciar un año más la procesión. Cielos despejados, sin amenaza de lluvia, dando tranquilidad a los cofrades y al público, que ha podido disfrutar de una gran noche.
Tras la salida de ambos tronos a la calle, las primeras saetas se han podido escuchar en la calle Ancha. Muchos niños acompañando al Cristo Atado a la Columna y también mujeres con mantilla. Túnicas verdes con capirote y cíngulo blanco llenaban el desfile. Detrás, la Virgen Blanca.
El acompañamiento musical ha corrido a cargo de la Banda de La Pollinica y de la Banda Municipal de Marbella. Tras llegar a Puente de Ronda, los tronos enfilaron por la estrecha calle Remedios, rozando los balcones y obligando al poco público que cabía a pegarse al máximo a las paredes.
La Virgen Blanca, tras bajar por la calle Carmen. (Foto: J.C.A.)
El giro para tomar la calle Virgen de los Dolores y bajar su pendiente fueron momentos en los que también los hermanos de trono tuvieron que demostrar su destreza.
Recorrido descendente para realizar la Estación de Penitencia en la parroquia de La Encarnación. A su salida del templo, Jesús, atado a la columna y azotado, vio de lejos llegar a su Madre, sufriendo por el dolor de su Hijo. Ambos se cruzaron en la plaza de la Iglesia, en uno de los momentos más emotivos de la noche.
Tras realizar la solicitud de venia en la plaza del Santo Sepulcro, donde también hubo saetas, la procesión empezó su retorno al Barrio Alto para concluir, frente a la ermita del Santo Cristo, con el encuentro de ambos tronos cara a cara, antes de su encierro.
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Atarazanas
Rincón cofrade por antonomasia en la noche del Lunes Santo. En esa esquina, la fe, la creencia en lo posible, la esperanza, la convicción, la devoción, el esfuerzo físico y la destreza alcanzan grado máximo. Apenas centímetros separan las paredes de las casas con los límites de los tronos. Un giro prácticamente imposible pero que los mayordomos y los hombres de trono consiguen que cada año puedan el Cristo azotado y su Madre, tras su discurrir por otra vía emblemática (Lobatas), llegar a lo más alto del barrio. El llamado Barrio Alto recibe a su Cristo de la Columna y su Virgen Blanca.
Calles como Ancha, Chorrón, Lobatas, San Francisco, Aduar o este rincón de Atarazanas verán un año más a su gente, escucharán las decenas de saetas entonadas con puro sentido, como un “quejío” que rompe la noche desde un balcón, desde una esquina, desde una puerta, al paso de los pequeños tronos. Pequeños en dimensiones pero grandes en tradición.

Calle Lobatas
Interminable calle, vía recta, otro lugar en donde se vive la Semana Santa con un sabor especial, un rincón en donde poder contemplar el esplendor de la noche del Lunes Santo. La noche de las túnicas blancas y verdes. Este año, especial sentimiento para un cofrade de la Columna y la Virgen Blanca, como Antonio Espada, que el pasado Viernes de Dolores perdió a su Madre. Seguramente, el arrope de todo el barrio le hará sobrellevar mejor estos momentos.

Iglesia de la Encarnación
Estación de Penitencia en el interior de la Iglesia de la Encarnación. Novedad hace dos años, ratificación el pasado, pero que se ha asentado como uno de los momentos más emotivos de nuestra Semana Santa. Ejemplo para muchos.