Los Planetas crean un universo paralelo para dejar su impronta en Marbella

Sucede en el directo musical con cierta frecuencia que de pronto surgen instantes inolvidables, un aquí y ahora irrepetible que orbitará para siempre en la memoria de un público en comunión. En el primer acorde de Islamabad anoche en el auditorio José Pernía, los asistentes sabían que asistían a un momento así.

'Islamabad' lejos de ser una canción es un mantra, una oración lacónica de letra torturada que daría en sí para escribir páginas enteras. Pero llegaron también 'Segundo Premio', 'David y Claudia' o el himno generacional 'Corrientes circulares en el tiempo'.

Los Planetas habían anunciado un formato reducido. Sin duda, un eufemismo, una forma de retorcer el lenguaje para no avasallar de entrada con la realidad del momento: un concierto íntimo, dirigido al interior de las entrañas.

Un acierto el lugar elegido, un espacio capaz de crear vínculos artista-público, público-artista, irrompibles; y un acierto la elección de la banda. Lamentar, por contra, la falta de promoción que impidió cubrir todo el aforo del recinto.

Acompañado por Florent a la guitarra, y por David Montañés al piano, la voz de Jota sonó entre el susurro y el lamento, como la voz de un tipo normal, un pobre granaíno que está rondando su treinta cumpleaños recitando canciones, un transeúnte del Albaicín que desde su protagonismo desenfocado va y nos regala el indie en este país.
No faltó anoche el homenaje, otro más, a Lorca.

Cierto que faltaron canciones, difícil no echar de menos 'Señora de las alturas', 'Un buen día', o todos esos himnos que han crecido en paralelo a la madurez de los adolescentes de los noventa. Parafraseando a Don Balmes (reverencia): “Si no tocamos tu canción, hay más conciertos” de Los Planetas, en este caso.

Tras visitas indignas, el auditorio José Pernía quedó ayer bendito para siempre.