El fin del estado de alarma y el paso a la nueva normalidad ha supuesto el poder retomar la mayoría de nuestras actividades rutinarias pero aún continúan una serie de restricciones como el uso de la mascarilla (obligatorio en la mayoría de las comunidades) y la distancia social. Aún así, algunas provincias han vuelto a ser confinadas y los nuevos rebrotes son noticia.
Estos rebrotes se extienden por prácticamente todas las comunidades a ritmo no alarmante pero sí preocupante, ya que la COVID-19 no ha pasado y tenemos que aprender a convivir con él.
Una vez más desde Sanidad insisten en las medidas a adoptar: distanciamiento social, uso de mascarillas y lavado de manos. ¿Pero y si esto no fuera suficiente? ¿Y si nos volvieran a confinar? (como si de un juego de mesa se tratara y retrocediéramos a la casilla de inicio).
Del miedo a la desesperanza
Es normal sentir miedo y es normal sentir preocupación. Incluso indefensión (percepción de falta de control asociada a sentimientos de desesperanza o tristeza).
Después de meses esperando a retomar nuestra vida normal nos damos de bruces con que hagamos lo que hagamos, ese momento ansiado dónde todo nos parecía normal no va a llegar nunca porque lo que esperamos no depende de nosotros. Es algo que no podemos controlar.
Esta percepción de falta de control puede llevarnos hacia un estado de pasividad y de desmotivación e incluso interferir en nuestro estado de ánimo generando sentimientos de tristeza o desesperanza más o menos prolongados en el tiempo.
¿Cómo afrontar ese estado de tristeza?
Lo primero que debemos de hacer es aceptar y validar nuestras emociones. No juzgarlas ni culparnos por no estar felices las 24 horas del día ni encontrar lo maravilloso de la vida en cada latir, en cada despertar.
A las emociones hay que darles su espacio. Hay que dejarlas airear.
La importancia de generar expectativas positivas de cambio
Si las emociones negativas se cronifican, es importante generar expectativas de que nuestro comportamiento va a ser el responsable de generar cambios positivos.
Aumentar las actividades placenteras y recuperar la percepción de control van a ser dos aspectos claves para recuperar nuestra normalidad.
“Cuando no podemos cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos” - Viktor E. Frankl
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