Sobre la Alerta Roja

01/10/2012
En torno a las diez de la mañana del pasado viernes, las redes sociales, los informativos radiofónicos, las ediciones digitales de los principales periódicos… y por supuesto este Marbella24horas.es, comenzaron a echar humo. No se trataba de ningún incendio, sino al contrario, el liquido elemento (tan necesario como deseado en muchos momentos, anhelado en tantas ocasiones), parecía que iba desplomarse sobre Marbella, en tanto que durante la noche, en distintas poblaciones del interior, habían caído cientos de litros por metro cuadrado, y las previsiones eran más que pesimistas. 

Pero cuando se decretó la alerta roja y empezaron las órdenes (desde la Delegación provincial de la Consejería de Educación) de desalojar colegios y centros escolares, todo parecía presagiar una larga mañana y una peor tarde. Madres y padres que se apresuraron en acudir a los colegios, pese a la llamada a la tranquilidad y al escalonamiento; progenitores que derivaban en abuelos y vecinos la recogida por imposibilidad material de acudir a las aulas; llamadas, mensajes SMS, mensajes en redes sociales, miles de “whatsaap” hicieron que todos auguráramos una tarde metiditos en casa y sin pisar la calle.
 
Desde que en 1989, Málaga capital y parte de su provincia se inundaran (recuerdo entonces, haber escuchado por vez primera el término Alerta Roja), se puso de moda un término que pienso es utilizado en demasía cuando la situación no es ni siquiera amarilla clara…
 
Cierto es que la previsión siempre debe ser acertada y aplaudida, pero de ahí a tener que dramatizar la situación en base a unas perspectivas que, para cualquiera que hubiera salido a la calle, se antojaban bastantes incrédulas, creo que a los que llevan a cabo las previsiones del tiempo se les fue algo la mano. Como resultado, una tarde tranquila sin una sola gota sobre la ciudad, que en absoluta normalidad afrontó el comienzo del fin de semana.
 
Debería establecerse (si es que no lo hay) una regulación mucho más específica y delimitada en cuanto a la determinación de una Alerta Roja en base a previsiones. Cuando caen auténticos aguaceros, trombas como las que han sufrido los pobres habitantes de las localidades de Villanueva del Trabuco o Villanueva del Rosario, entonces es acertada la determinación de dicha alerta y la puesta en funcionamiento de todos los mecanismos de auxilio para afrontar las sacudidas del agua, pero cuando son simplemente previsiones, hay que cerciorarse –y mucho- antes de pulsar el “botón del pánico”.
 
Poner en alerta roja a los ciudadanos, haciéndoles ir (escalonadamente pero de forma urgente) a recoger a los pequeños/as porque desde la Delegación han informado y exigido el desalojo, creo que es demasiado. Habrá que pedir ahora, no responsabilidades pero sí respuestas a muchas preguntas: ¿En base a qué agencia meteorológica se determinó el desalojo? ¿Tenían claro que la tormenta del año iba a caer sobre absolutamente toda la provincia? ¿Quién toma la decisión final de enviar mensajes a los teléfonos de los padres y madres, a partir de las diez de la mañana, para que acudan con urgencia al colegio a recoger a sus vástagos? ¿Por qué el día siguiente se sabe que desde la Delegación de Enseñanza no se exigió el desalojo sino únicamente la suspensión de las clases? ¿Qué significa, por tanto, suspender las clases, que los alumnos se permanezcan en las aulas sin recibir enseñanza de sus maestros? ¿Qué puede significar suspender las clases sin que se vayan los alumnos a sus casas? ¿Permanecer en el recreo? ¿Pretenden ahora “escurrir el bulto” y decir que la decisión del desalojo fue una interpretación de los directores de los centros?
 
Demasiadas preguntas que, con toda seguridad, quedarán sin respuesta.
  
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