Situaciones peligrosas (3ª parte)

(Continúa de 2ª parte) Siguiendo con las referidas y mencionadas situaciones “peligrosas”, en segundo lugar, creo que a nivel institucional estamos cometiendo el mismo error que en recientes épocas pasadas. El alegado por algunos, respeto al principio de lealtad institucional, que en la antedicha Ley 30/92 se establece en el art 4.1 como uno de los principios rectores, parece que empieza a esfumarse o evaporarse.  

Ese principio que reza “Las Administraciones públicas actúan y se relacionan de acuerdo con el principio de lealtad institucional”, en ciertos momentos, brilla por su ausencia. Hay que recordarles a los gestores públicos, de uno y otro partido, gobierno y oposición, que esa máxima conlleva, como dice el mencionado art. 4.1: Respetar el ejercicio legítimo por las otras Administraciones de sus competencias; ponderar, en el ejercicio de las competencias propias, la totalidad de los intereses públicos implicados y, en concreto, aquellos cuya gestión esté encomendada a las otras Administraciones; facilitar a las otras Administraciones la información que precisen sobre la actividad que desarrollen en el ejercicio de sus propias competencias o prestar, en el ámbito propio, la cooperación y asistencia activas que las otras Administraciones pudieran recabar para el eficaz ejercicio de sus competencias.

A tal efecto, me pregunto: ¿es tan difícil llevarlo a cabo? ¿o es que prima siempre el interés particular, cuando no partidista, por encima del interés público, que debe primar en toda actuación de la Administración?

No veo bien, tampoco, que se aireen “trapos sucios” entre administraciones, que fácil y perfectamente se pueden solucionar con una simple llamada telefónica (mejor que un mensaje de whatsapp…). Hay que dejar de publicar que unos no han asistido a una reunión y no han avisado, que otros están torpedeando a través de Abogacía del estado la creación de una normativa municipal, que fulanito nada más que viene a la foto, que menganito sólo viene a comer sardinas… Ese, creo, que no es el mejor camino para Marbella. Una cosa es la contienda política y otra estar todo el santo día, desde un lado y desde enfrente, tirándose los trastos.

Leía recientemente un artículo de opinión en relación a la (más que) injusta, inmerecida, caprichosa e improcedente ausencia de repercusión mediática a nivel nacional de los medios de referencia en el deporte, ante la proeza de nuestro querido Javier Mérida. Pero igualmente de injusta, salvo por razones que se desconozcan, parecía la ausencia de una recepción municipal ante lo que el para-atleta marbellí había conseguido. Espero y deseo que esa cuestión no se deba a la condición de edil popular de Mérida. Aquí debe olvidarse lo que defiende a nivel político y primar lo que defiende a nivel humano el bueno (nunca mejor dicho) de Javi: defiende el espíritu de sacrificio, superación y lucha. Eso merece que el Ayuntamiento de Marbella, como hace en innumerables ocasiones de manera habitual, lleve a cabo un acto de la categoría que merece.

(Continúa…)