Rampas y escaleras

Con el buen tiempo, pues en verano nos encontramos ya, el Paseo Marítimo de la ciudad se convierte en casi el centro neurálgico de la vida marbellí (para los que vivimos y convivimos todo el año). Lugar de paseo, cenas, charlas… y sobre todo, zona deportiva por excelencia a cualquier hora del día, sobre todo a primera y última hora, con la fresquita... 

Al margen de la siempre polémica, y peligrosa a la vez que prohibida, presencia de ciclistas en ciertos tramos de dicho paseo (espero que, de una vez por todas, no sólo se tomen medidas, sino que los ciudadanos se conciencien), lo cierto es que he podido percatarme en dos aspectos que, por un lado, han sido mejorados, y por otro, incomprensiblemente, siguen igual.

En lo mejorado, destaco la construcción de una rampa, eliminando la precedente escalera, junto al histórico edificio de apartamentos Puerto Azul, al final de la Avenida de la Fontanilla, que finaliza (aunque algunos no lo sepan) en el propio Paseo Marítimo.



Sin duda, todo un acierto habida cuenta que la existencia de escalones no hacía sino provocar caídas, causar molestias a sillas de ruedas y carritos de bebé, no aportando apenas nada en esa zona peatonal. Era tremendamente absurdo la coexistencia de escalones y rampa cuando la segunda es más beneficiosa y cómoda.

En lo incomprensiblemente mantenido, a escasamente cien metros del punto anteriormente mencionado y en el lugar donde se concentra el mayor número de vendedores callejeros, existe otra rampa pero con escalinata que supone cien y una molestias a los peatones. Me pregunto: ¿cuando alguien toma la decisión de eliminar los escalones en la otra zona, no cae en la cuenta que debe hacerse lo mismo en este punto? A lo mejor, se percatan de ello al haberse instalado en ese lugar un conocido restaurante de pescado y marisco (al que debemos felicitar por su llegada a la ciudad.. ¡Ya era hora! Aunque me han comentado que los precios andan por las nubes…)



Por otro lado, y lo comentaba al comienzo de esta columna de hoy, espero que, por fin, se tomen medidas y que, además, los ciudadanos ciclistas se conciencien de que no se puede, por estar expresamente prohibido, circular en bicicleta por el tramo marmóreo del Paseo. Aunque, todo sea dicho, últimamente (y a las pruebas me remito), he reparado en que cada vez son más los que echan pie a tierra y pasean con la bici al lado. No sé si temiendo la posible multa (o al menos, la “bronca”) de los agentes locales de policía, o porque realmente se dan cuenta que suponen, con las aglomeraciones de gente, un peligro.