Que la dejen ahí

No había tenido oportunidad de pasar por ella desde su construcción, con motivo de la histórica etapa de la Vuelta Ciclista el pasado verano. Pero, como el tiempo que estamos gozando en Marbella en este otoño, aunque cada vez más cerca del invierno, es todo menos friolero, ello me obligó a emprender una caminata y llegar desde el centro urbano hasta Puerto Banús, comprobando el estado del Paseo Marítimo, sobre todo en su tramo desde la Punta de Ancón hasta el recinto portuario. 

Es un auténtico lujo contar con un trazado al borde del mar, que permita caminar desde la Bajadilla a Banús (y más allá del puerto pesquero, continúa la extensión de las distintas zonas peatonales).

Centrándome en un lugar concreto, creo que desde el Ayuntamiento de Marbella deberían llevarse a cabo las pertinentes gestiones para que la pasarela de madera, construida ex profeso para la Vuelta, se mantenga para siempre en ese lugar. Cierto es -como ya publicó este medio- que la construcción invade el Dominio Público Marítimo Terrestre, obligada por las edificaciones existentes, que también lo hacen, por lo que requirió un permiso provisional (http://www.marbella24horas.es/mas-deportes/la-pasarela-de-madera-est-ya-lista-para-el-paso-de-la-vuelta-a-espa-a-11984), pero el fin obliga a que se hagan los esfuerzos necesarios para mantener ese punto dentro de la senda peatonal.

Con buena voluntad, y apelando al principio de lealtad institucional, la administración pertinente, bien sea a nivel autonómico, con la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, o bien a nivel estatal, con el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, debe sentarse a hablar, negociar y consensuar con el Ayuntamiento de Marbella, con el fin de lograr un bien que satisfaga a todos, dentro del cumplimiento de la normativa vigente.



Todo lo contrario sería un paso atrás, un perjuicio ya no sólo a las arcas consistoriales sino para los vecinos, que habrán visto como algo realmente positivo se pierde por simples obstáculos burocráticos. Estoy convencido que, con buena voluntad, puede alcanzarse una solución técnico-jurídica, pero con amplio sentido práctico. Porque la practicidad viene dada por el mero hecho de mantener algo que sirve, algo que es útil, ventajoso y favorable para los ciudadanos. Algo que se construyó para un fin determinado, pero que en el fondo debería tener un objetivo más allá del uso inicialmente previsto. Los materiales usados, el diseño, su ubicación, al mismo tiempo que su perfecta conjunción con el entorno, no pueden impedir una solución distinta.

Desde este humilde espacio de opinión, pero buscando siempre el bien común de este pueblo, pido y reclamo que, en relación a la pasarela de madera cercana a Rio Verde, que la dejen ahí.