Ocupación en el Paseo

En esta columna de opinión se ha dicho en diversas ocasiones. El Paseo Marítimo de Marbella, cuando llega esta época, más aun con el recientemente inaugurado verano, cobra un auge como pocos lugares ya no sólo en la ciudad sino en resto de la provincia, ya que combina una variada oferta comercial, junto a la existencia de un Puerto Deportivo Virgen del Carmen cada vez más de moda, con espacios para el paseo y lugares para los más pequeños. 

En el penúltimo punto, esto es, en cuanto a espacio para lo que su propio nombre indica, pasear, cada día que transcurre percibo una ostensible y continua reducción del espacio habilitado a las personas, no ya para pasear sino simplemente para pasar por ciertos lugares.

Si comenzamos un recorrido desde la zona del referido recinto portuario, la abrumadora invasión de vendedores ambulantes hace que apenas quede poco más de medio metro para los peatones, todo ello si (des)contamos la llamada calzada -ciertamente reservada, se supone- a entrada y salida de los aparcamientos y al transporte público, y si también reducimos la acerca norte del paseo, totalmente tomada por los negocios de hostelería existentes, el Paseo Marítimo queda sometido a poco espacio real. Aunque, conforme uno avanza en ese tramo, empieza a encontrarse todo tipo de espacios publicitarios, bicicletas y otros modernos medios de transporte para alquilar, casetas para la venta de entradas de conciertos, festivales, etc. ¿Seguimos reduciendo espacio? ¿Cuánto cuesta cada metro cuadrado de espacio público en ese punto de la ciudad?



Pero la ocupación no acaba en ese tramo. Conforme el Paseo se estrecha, ya en la zona exclusivamente comercial, la proporción de espacio para las personas versus espacio para actividades comerciales, en ocasiones, va creciendo, siempre en contra (faltaría más…) de los peatones.

No estoy discutiendo la generación de negocio en mis convecinos, más bien al contrario, pero pienso que del uso al abuso siempre hay un paso tan corto que, en esos casos, la administración local debería tomar cartas en el asunto.

El Paseo Marítimo, ya en la zona de la Playa de la Fontanilla, dentro del tramo existente en altura, sobre los tradicionales chiringuitos, es un auténtico mercadillo al aire libre, ilegal por supuesto, con vendedores que, en cuanto atisban la presencia policial, se esconden durante unos segundos, y vuelven a su lugar de ubicación. Hace poco tiempo leí en los medios que se iba a llevar a cabo una especie de protocolo de actuación entre las fuerzas de seguridad para erradicar esta autentica invasión… pero aquí sigue todo igual.



Ahora bien, tampoco es de recibo es que sigan los tenderetes y/o espacios publicitarios, en pleno espacio público, cuando disponen ciertos establecimientos de lugares para exponer sus artículos. Lo de cierto conocido negocio de restauración, me parece, en cierta medida, sino un abuso al menos pretender reírse del ciudadano diciendo “tengo mesas, pues aquí pongo más…”. Y me refiero a que, si un restaurante posee una más que amplia terraza, donde puede situar casi medio centenar de mesas ¿por qué tiene que ocupar, además, parte del espacio público? ¿No tiene bastante con el espacio usado para atender a sus clientes, que tiene que ocupar el espacio destinado a las personas? ¿Es que hay ejercer continuamente un ejercicio de abuso, desafío, no sé si reto o provocación?



Hace poco, en este mismo espacio de opinión se habló de la misma táctica de otro, también conocido, espacio de restauración en el Casco Antiguo, que antes de llenar las decenas de mesas que dispone en varias terrazas, prefiere ocupar el espacio público. Y las autoridades municipales lo permiten porque pasan por delante todos los días y no dicen ni hacen nada… No lo entiendo.

Espero que, desde el Ayuntamiento, se tome nota de la progresiva, paulatina, sucesiva, escalonada y continua ocupación del espacio público, y pongan orden en todo ello.