Marbella ¿cara?

Pero dentro del mencionado aspecto económico de la ciudad, y que hoy voy a analizar, en comparación con otros puntos, no del globo pero si de nuestro entorno, preguntaré gritando a los cuatro vientos aquello de “Marbella ¿cara?”

 

Y es que, cuando uno viaja, además de conocer lugares, gentes, culturas o aspectos gastronómicos… también se aprende a valorar lo que se tiene, en todos los aspectos, pero sobre todo se conocen muchas diferencias en la vertiente monetaria. Y siempre saco la misma conclusión, siempre consigo seguir preguntando con un grito, “Marbella ¿cara?”. Como ejemplo, recientemente tuve que padecer que en la francesa localidad de Biarritz, me cobraran por un simple café y un zumo (de bote), la friolera de 7,20 €. Casualmente, a través de las redes sociales he tenido conocimiento de igual clavada a un conocido, en el mismo lugar (Plaza Clemenceau), que por un par de refrescos de cola le cobraron nueve eurazos.

 

Sin conocer mínimamente nuestra ciudad, muchos piensan que los precios serán siempre desorbitados en todos los aspectos de la cotidiana vida, o bien creen que los ceros abundan en el coste de cualquier cosa, por no mencionar la falta de comparativa en el monto de los bienes ya sean de primera, segunda o tercer necesidad.

Pero cuando uno se embulle en el interior de la diaria substancia de Marbella para apreciar que mitos se caen por su propio peso, y si bien es cierto que en este pueblo contamos con la posibilidad de pagar ingentes cantidades de dinero por comer, dormir o comprar en los mejores establecimientos de las mejores marcas, lo más normal es encontrarse precios tan ordinarios como los que uno puede hallar en cualquier de los confines del país o en otros destinos (algunos, lugares de un discutible caché).

Otro ejemplo sufrido en una localidad como Garrucha, en la costa almeriense, que desde luego no es que sea un internacional centro turístico, pero que a la hora de cobrar parece que uno estuviera en la Costa Azul, me hizo hace meses volver a reafirmarme en mis planteamientos en cuanto a que Marbella no puede decirse que sea cara.

 

Los precios en los supermercados están como en todos sitios; comer se come de igual forma y con los mismos precios que en otros lugares, aunque si uno quiere, de forma voluntaria puede tener al alcance de la mano los más ricos manjares preparados por los mejores chefs de fama internacional y servidos por profesionales contrastados; los cafés y los desayunos en los bares diarios son los mismos que en miles de ciudades, vestirse se viste uno a precio de igual franquicia que el resto del país, aunque (insisto) si uno quiere, puede colgarse miles y miles de euros en moda y complementos; las viviendas en propiedad no tiene un precio desorbitado comparado con otros cercanos o lejanos municipios que jalonen la costa o se encuentren en el interior; o el cine, que está igual de inaccesible en las salas de Marbella o de otro lugar (y más que estará con el subidón del IVA, del 8% al 21%).

 

No quiero que algunos me pongan el ejemplo del típico tapeo, en comparación con lugares como Granada o Jaén. Allí no tapeas… allí bebes y te ponen tapas incluidas, a precios de risa eso sí.