Funky & Funny

13/10/2015
Los dos términos que titulan el artículo de hoy se traducen en miedoso y divertido respectivamente. Y es que, casualmente, la traducción de esas dos anglosajonas palabras, usadas muy a menudo en el ámbito comercial (cuando no el musical), viene a describir los estados de ánimo que pueden haber provocado las circunstancias y hechos sucedidos en determinada zona de Marbella en los últimos meses, pero con unos últimos días en que se han sucedido las noticias sobre ello. Creo que los implicados en esas situaciones han sentido miedo, y desde luego, no se han divertido mucho que digamos. 

Pero lo que queda claro es que, parece que esa zona de la ciudad, ya a la salida, junto al Arco de Marbella, no disfruta de sus mejores tiempos. Aunque, sin duda y bajo mi personal parecer, se trata una franja del litoral marbellí nunca exento de polémica y que parece que dicha polémica va a seguir existiendo. No sólo por las conocidas y consabidas cuestiones sobre F & F, sino por el histórico complejo Banana Beach, que sigue dando que hablar, así como el uso y destino de la cercana parcela denominada El Pinillo, en donde los ciudadanos hemos podido conocer diversos proyectos, desde hace mucho tiempo un posible parque acuático, hasta un parque con un enorme Auditorio, o incluso un Helipuerto. Ahí están las hemerotecas y la firme (por no frágil) memoria de algunos. Todo lo que por allí pasa o pudiera pasar, es cuanto menos raro, extraño, chocante e inverosímil a veces…

Respecto al Funky, obviamente me estoy refiriendo a la situación del establecimiento Funky Budda, sede playera de uno de los más conocidos negocios de ocio en la ciudad, al que podríamos denominar su “hermano mayor”. Ya desde mucho antes de finales del año 2014 comenzaron los problemas, con imputación penal incluida del anterior concejal de urbanismo y con un asunto que se debate en sede judicial. Las obras de creación del club de playa, precisamente dentro de las instalaciones de Funny Beach, parece que puede encontrar salida dentro de la normativa administrativa, y que tanto el Club como el Ayuntamiento pueden llegar a entenderse, para encontrar la mejor solución al que, claramente, es un entuerto de considerables dimensiones. Todo ello al margen de la determinación judicial acerca de las diversas imputaciones de determinadas personas.

Sin duda, Marbella precisa de lugares como ese, en donde ya no sólo quienes nos visitan sino los propios marbelleros/marbellíes puedan acudir, pero siempre bajo el cumplimiento de la normativa vigente en materia urbanística, la cual, cuando los establecimientos se encuentran en los límites del dominio público marítimo terrestre, es escrupulosamente garante para con los posibles usos y abusos, las construcciones que se lleven a cabo, las alturas, etc. En ello deben trabajar los técnicos y letrados municipales juntos a los que representan a la entidad titular del establecimiento. Espero que encuentren una solución, dentro de la legalidad, y que satisfaga a todos.

Por otro lado, en cuanto al Funny, no creo que haya sido un verano muy divertido para el conocido establecimiento de ocio y sus responsables. Sobre todo desde el momento en que conocíamos la noticia en la cual el Ayuntamiento de Marbella clausuraba el Funny Beach en plena temporada por falta de licencia. Junto al titular, que irremediablemente llama la atención, sabíamos que, como se indicaba, la conocida pista de karts llevaba operando en los últimos veinte años con permisos provisionales.

Pocos en Marbella podríamos pensar que, según se publicó en los medios de comunicación, el centro de ocio Funny Beach, abrió sus puertas en 1993 con una licencia provisional por seis meses aunque ha mantenido su actividad durante estos 23 años hasta hoy. Tambien podíamos leer que los todos los intentos llevados a cabo por la propiedad para su legalización, recibieron la negativa administrativa, con lo que se abrió la vía jurisdiccional, a través de la interposición de medidas cautelares y otras acciones contenciosas.

El nudo gordiano del asunto se encuentra en el uso del terreno donde se asienta el complejo. Por un lado, el Ayuntamiento de Marbella afirma que el uso del terreno es incompatible con la actividad que se viene desarrollando, en tanto que el PGOU permite en este suelo instalaciones deportivas al aire libre, y los informes técnicos y jurídicos del área municipal de Industria insisten en que en este caso se trata de una actividad recreativa y no deportiva. Por otro lado, los titulares afirman que disponen de certificaciones federativas en las cuales se afirma que el “karting” es una actividad deportiva. Bajo mi humilde punto de vista, el punto de conflicto es si se celebran actividades deportivas o realmente se trata de un centro recreativo, y por tanto, un negocio (lícito sin duda, pero parece que no en esa parcela en la que urbanísticamente se decreta la incompatibilidad deportiva con la recreativa. La interpretación de la actividad que realmente se lleva a cabo es lo que puede dirimir la razón en un sentido u otro.

Ahora bien, casualmente, en los últimos días, el Juzgado ha admitido las medidas cautelares solicitadas y los técnicos municipales de Industria procedieron al levantamiento del precinto, aunque la vía de diálogo entre empresa y consistorio se ha abierto tambien en este caso, siempre de forma paralela a la vía jurisdiccional. ¿Cómo se solucionará este asunto? ¿Reclamarán indemnizaciones por las pérdidas ocasionadas en este verano 2015?

Como comentaba, en la zona tambien se sitúa otro de los lugares en donde la polémica (cuando menos…) ha estado presente. Las cuestiones urbanísticas y judiciales sobre la construcción del Complejo Banana Beach se han venido sucediendo desde que se erigieron y levantaron los edificios al borde de la playa y en lo que otrora fue aquel centro de ocio nocturno que pasó con más pena que gloria por la ciudad. Ahora le ha tocado el turno al aparcamiento subterráneo situado en el subsuelo, en tanto que el consistorio ha precintado dicho establecimiento.

Según se ha sabido, fuentes municipales han hecho saber que dicha orden emitida para el cierre responde a que la empresa venía operando sin las preceptivas licencias para ello y que se ha realizado un requerimiento para que tramiten los permisos. Para mayor embrollo del asunto, parece ser que existen varios vehículos encerrados en el parking, sin que sus propietarios puedan tener acceso a ellos para retirarlos. Desde la administración se indica que la empresa encargada de la explotación no tuvo en cuenta los plazos otorgados ni se lo hizo saber a los dueños de los vehículos.

Por tanto, se suma este hecho a la situación de miedo y poca diversión, sin duda. “Funky” y “no Funny”… Vaya tela ¿no? 
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