¿Y el aire, qué?

Juraría, haciendo memoria, que en Marbella no hemos tenido vientos destacables en mucho tiempo (menos aún en la pasada semana). Y por eso me pregunté “¿y el aire, qué?”. Y esa es la razón por la cual esta noticia me parece, en cierta medida, no inverosímil pero cuanto menos, extraña. Cómo es posible que se diga que unas anormales ráfagas de viento hubiesen inundado la Costa del Sol cuando en Marbella, que yo sepa (y de aquí no me había movido hasta el día de la publicada noticia), por estas latitudes no ha existido racha de viento alguna…

 

Me informé, y parece ser que los meteorólogos se refieren a ese fenómeno como una corriente de densidad, contraste de aire e incluso Galerna del Cantábrico. En cambio, para muchos malagueños (malacitanos, más bien), especialmente los que viven en zonas próximas al litoral o aquellos que tienen negocios a pie de playa, lo conocen como el “rebozao de levante”.

 

Después de este análisis atmosférico, queda una vez en mi mente algo que, pese a que se ha repetido por activa y por pasiva, el microclima de Marbella. A muchos kilómetros de la ciudad, me han llegado a preguntar por este fenómeno, sobre si es cierto e incuestionable y si es demostrable… A todos les respondo con dos razones irrefutables también: el terral capitalino llega pocas veces a nuestra ciudad (ese viento caliente como el palo de un churrero no habita por aquí mucho que digamos); y el termómetro marca siempre varios grados de diferencia, no ya sólo con Málaga sino que más allá de Calaburras (algunos apuran y dicen que desde Cabopino), la temperatura oscila ostensiblemente en una decena de grados por lo menos.