¡Por un solo minuto!

21/12/2015
Este espacio de opinión, y anteriores en otros medios de comunicación en los que he tenido el placer y honor de dejar plasmada mi opinión, está plagado de artículos en los que siempre defiendo este pueblo que me vio nacer y crecer. Especialmente hago una defensa a ultranza de la zona comercial, a mi entender, más bonita de Marbella, su Casco Antiguo, una enérgica promoción del centro de la ciudad como lugar para hacer las compras. No es que haga una campaña anti centros comerciales (que dan trabajo a muchos vecinos), pero sí defiendo un reparto equitativo del consumo y sobre todo, que se llene de vida la histórica y céntrica zona. 

Estos días de compras prenavideñas y aquellas que se hagan con motivo de la llegada de sus Majestades, y me refiero a los de Oriente (porque los monarcas de este país siguen sin arribar a este lugar que tanto da al país…), respecto a ello, puedo decir que muchos no han pisado el Casco Antiguo o la más céntrica zona de la principal arteria de la ciudad, donde por suerte han vuelto a abrir recientemente algunas de las marcas que la abandonaron tiempo a… Pues bien, particularmente estoy dedicando todos mis esfuerzos a promocionar las compras en esta franja de la ciudad, y apostando igualmente por algunas tiendas “de barrio” (que entrecomillo para destacarlas), porque disponen de muchas cosas y la atención es infinitamente mejor que en franquicias donde, a veces, te tratan como un simple número, o un cero a la izquierda en ocasiones.

Pues bien, tras la promoción y el elogio toda la denostación y la crítica. Qué cara se le quedaría a un cliente más que habitual de un conocido establecimiento, si por llegar ¡un solo minuto tarde! le dan con la puerta en las narices; cómo se sentiría si, donde gastas tus euros casi diariamente, ven que llegas, insisto, ¡un solo minuto tarde!, y le preguntan de no muy buena forma ¿qué quieres? ¿Tanto cuesta abrir la puerta a quien, repito, por ¡un solo minuto tarde! no llega a tiempo para adquirir un bien a la venta?

Me he criado en un negocio local, he dedicado muchos veranos en mi adolescencia y juventud a colaborar (trabajar) en el negocio familiar, hasta bien entrada la noche muchos días, aprendiendo a conocer, sobre todo, que si un cliente (más aún si es habitual) llega casi cerrando, debe atendérsele. Cuando los años me han hecho dedicar mi vida profesional al ejercicio de la abogacía, nunca he puesto un pero a un cliente que llegaba tarde, o llamaba a horas tardías, porque sabía que confiaba en una atención profesional. En mi ya dilatada trayectoria (de los cuarenta años que tengo, llevo más de quince trabajando), he dedicado miles de horas extras a la empresa a la que prestaba mis servicios, y desde que cuento con negocio propio, nunca miro el reloj… mucho menos para dejar de atender a un cliente asiduo.

Mucho se quejan algunos de que el comercio en el Casco Antiguo no va bien, que necesita un impulso, que debería ser un referente en cuanto a centro comercial abierto… Pero, me pregunto: ¿qué pasa con aquellos que no pueden perder un minuto de su vida para atender a fiel y conocido cliente, que llega un solo minuto tarde al cierre? No hablo de quien llega a una tienda, con las luces apagadas… solo a preguntar el precio de algo. Me refiero a quien, como todos los días (o casi todos), llega, elije el producto, pide y paga y se va.

O cambiamos la mentalidad de algunos comerciantes o, Marbella, mal vamos.. 
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