Un mundo perfecto

De un tiempo a esta parte y de una manera recurrente no hago más que acordarme de la película “Un mundo perfecto”, auténtica obra de arte (al menos así lo considero yo), dirigida y coprotagonizada por Clint Eastwood, junto con Kevin Costner; este último realiza una de sus mejores interpretaciones, dando vida a un convicto prófugo, cuyos principios y convicciones morales, superan en mucho a los de sus ejecutores. 

La mejor evidencia de esta reflexión es el llanto final del juez más inocente y justo, un niño al que rapta en su huida, y que con el transcurrir de los kilómetros deja de ser un rehén para convertirse en un confidente y amigo, hasta el punto que tras ser Kevin Costner acorralado por sus perseguidores, no quiere abandonarlo a su suerte.

Ha sido un desafortunado accidente de tráfico en el que resultaron heridos de gravedad unos seres queridos muy próximos, que me ha llevado al Hospital Comarcal, lo que me ha motivado a escribir de nuevo y reflexionar sobre una situación inaceptable, incomprensible y por encima de todas las cosas, injustificable.

Desde la ventana de la habitación asignada a mi madre, observo la imagen de una edificación a medio construir, de una estructura deteriorada por su abandono y que simboliza el fracaso una vez más de una gestión que no siente la más mínimo contrición por el derroche de los fondos públicos, aquellos que recaudan con tanta diligencia pero que gastan con tan poca cordura. Y la pregunta por obvia es ¿cuál es el motivo que impide finalizar una de las obras más necesarias para el interés público de esta comarca, como es la ampliación del Hospital?

Los ciudadanos hemos llegado a un grado de indolencia y resignación ciertamente preocupante, hasta el punto que aceptamos como una realidad inalterable que nuestros familiares enfermos de urgencia, deban permanecer horas en los pasillos porque no hay consultas disponibles, mientras que asistimos a un estado de emergencia en el que el personal sanitario se multiplica para suplir una carencia de medios humanos y materiales.

Este escenario desgarrador e inhumano se contrapone con otro completamente distinto, en el que prevalece el sentido mercantil del negocio y la rentabilidad de un parking privado, cuyos precios y tarifas no tienen proporcionalidad con los usuarios que acuden en masa para visitar a familiares y amigos cuya estancia en el hospital, desde luego nada tiene que ver con el ocio; pero eso poco importa.

La otra alternativa es un espacio público anexo, claramente insuficiente, que desde muy temprano está colapsado y por el que se puede ver transitar y dar vueltas a los vehículos a la espera de que alguien salga.

He oído y leído declaraciones de políticos de diferente ideología, culpándose los unos a los otros, cuando la única realidad es que los únicos responsables somos aquellos ingenuos que seguimos votando con la ilusión de que nuestros elegidos aspiran a lograr un mundo perfecto.

Teresa de Calcuta dejó dos reflexiones que haríamos bien todos en incorporarla a nuestros actos cotidianos, y dicen más o menos, uno “Si todos barriésemos la puerta de nuestra casa, el mundo estaría limpio”; y otro “En nuestras manos no está la solución a todos los problemas del mundo, pero frente a los problemas del mundo tenemos nuestras manos”.