Esos locos bajitos

07/02/2017
No es la primera vez que dedico el artículo de mi blog a las condiciones en que se practica el deporte base en nuestra ciudad. Sin embargo, y a riesgo de ser reiterativo, esta semana pasada hemos conocido una noticia que nos ha conmovido a todos los que estamos vinculados a este mundo y a la ciudadanía marbellí en general; me estoy refiriendo a la reclamación al club de rugby de una importantísima suma de dinero, correspondiente al IBI de la parcela que utiliza como campo de entrenamiento y de juego.  

No entraré a pronunciarme sobre los antecedentes y circunstancias que han llevado a que se adopte una medida tan drástica como el embargo de su cuenta bancaria, pues quiero ser prudente y respetuoso, pero es obvio que de llevarse hasta las últimas consecuencias supondrá la desaparición de esta entidad deportiva, claro referente de nuestro deporte de cantera e imprescindible en la labor social de cara a la formación integral de tantos jóvenes de nuestro municipio.

Esta es la gota que colma el vaso y es la hora de tomar medidas. Ante la falta de apoyos públicos e institucionales, los clubes deben recurrir al mecenazgo privado en forma de patrocinios, lo cual supone que en caso de lograr que una empresa apueste por el deporte, como es en este caso El Trocadero con el rugby, el esfuerzo que hace el patrocinador es importante pues debe cubrir la totalidad del presupuesto que incluye los gastos de equipamiento deportivo (material, ropa), federativos (fichas, seguros), personal (monitores, asesoramiento), desplazamientos, fiscalidad, etc…

La suma total de estas partidas para una temporada es considerable, máxime si como en el caso del club afectado tiene un equipo senior en categoría nacional que debe viajar por todo el territorio nacional, además de incorporar a la plantilla algún jugador que conlleve una inversión en fichas. La existencia de un club de esta envergadura debe representar además un motivo de orgullo para todos los ciudadanos de Marbella, porque promociona nuestra marca como ciudad allí donde juega.

Por ello, si ya resulta chocante que no exista ningún tipo de apoyo institucional a este club, como a otros tantos de otras disciplinas deportivas (waterpolo, baloncesto, atletismo…), lo es aún más que encima se le repercuta el coste del IBI del campo de juego, habida cuenta la escasa o nula inversión que los diferentes gobiernos municipales han realizado en equipamiento deportivo a lo largo de los últimos quince años, más allá de simples parches o reformas de los vetustos y decadentes instalaciones (es mejor invertir en un coche nuevo que seguir gastando dinero en continuas reparaciones de uno viejo). No quiero restar protagonismo en este artículo al club de rugby Trocadero, y por ello no me referiré a las condiciones de deterioro e insalubridad en la que se encuentra el vetusto Pabellón Serrano Lima.

La situación de las instalaciones deportivas en Marbella es insostenible y requiere por parte de los responsables políticos de esta ciudad, ante todo un reconocimiento de ello como paso previo y necesario para solucionarlo, y luego una voluntad firme y decidida de querer solucionarlo, ganándose la credibilidad perdida en lugar de presentar en las Galas del Deporte como reclamo electoralista maquetas faraónicas de proyectos futuribles y estratosféricos que no se creen ni ellos.

Ojalá que la primera de estas actuaciones sea salvar el club de rugby y a partir de ahí buscar fórmulas que permitan construir una ciudad deportiva que esté a la altura del prestigio de nuestra ciudad de la que tanto presumimos; porque lo que es en el ámbito deportivo más que presumir, los que visitamos las instalaciones deportivas de municipios de menor repercusión y potencial turístico, debemos avergonzarnos de nuestra Marbella como ciudad del deporte.

Tanto es así que los propios niños se quedan asombrados cuando visitan instalaciones deportivas, cuyo vestuario reúnen unas condiciones mínimas de salubridad e higiene, con pistas que no resbalan y con unas gradas en las que sus padres pueden estar sentados viendo los partidos de sus hijos mientras animan. Por eso resulta difícil saber qué contestarles cuando nos preguntan a los dirigentes de clubes por qué ellos no pueden disfrutar de unas instalaciones parecidas, por qué no pueden entrenar cuando llueve, por qué no se pueden duchar porque no hay agua caliente, etc…

Es entonces cuando pienso que el deporte no ha sido una prioridad de nuestros políticos a lo largo de estos años y de una manera recurrente me acuerda de la canción de Joan Manuel Serrat, “esos locos bajitos” y me imagino a nuestros dirigentes cantando eso de “ NIÑO DEJA DE JODER CON LA PELOTA”.
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