Carta a los Reyes Magos

Hace unos días tuve la oportunidad de disfrutar de la retransmisión televisiva del partido de la NBA que disputaron Cleveland Cavaliers y Golden States Warriors en la cancha de los primeros. ¿Os imagináis lo que debe ser ver el partido a pie de pista? Bueno, dicen que quien no se consuela es porque no quiere; en mi caso verlo cómodamente en el sofá junto con mi hijo estuvo muy bien. 

¡Qué espectáculo deportivo! El nivel de juego desplegado por los equipos pocas veces ha sido visto por su excelencia y el despliego físico de los jugadores fue increíble, corrían poseídos por la ambición de ganar a un rival que estaba a su misma altura, convencidos que sólo la victoria les reservaría un lugar en el planeta baloncesto.

Sin embargo, no fue este derroche de talento y disfrute para la retina de los que amamos este deporte, lo que me motivó a escribir estas líneas; de repente tomé conciencia de que no estaba viendo el partido, sino que lo que realmente acaparaba mi atención era la pista de juego, el perfecto estado del parqué y el fascinante brillo de la superficie.

Entonces comencé a soñar y a imaginar lo que sería tener un pabellón así en nuestra ciudad, y lo deseé tanto que retrocedí a mi infancia y volví a sentir la misma ilusión que cuando eres niño y depositas tus esperanzas e ilusiones en los Reyes Magos, tanto que me decidí a escribir mi carta, sólo que esta vez no va a ser secreta sino que la voy a compartir con todos vosotros en estas líneas y a través de este medio digital.

Así que si sus majestades la leen (estoy seguro que lo harán), por favor, hagan todo lo posible para que se pueda construir de una vez por todas un complejo deportivo con una cubierta que nos proteja de las lluvia, con unos vestuarios modernos, es decir, con agua caliente, taquillas, WC, etc… Marbella no se puede distinguir por tener un pabellón que como las bicicletas sólo sea para el verano.