Periodismo de emergencia

02/05/2025
El buenismo nos duró lo que dura una tarde. El apagón retrotrajo a las cavernas a los voceadores del mal, sumiéndolos en la oscuridad cibernética y sin posibilidad de enfangar una situación crítica que asoló de improviso y de manera contundente a todo el país. 

Se silenciaron, y con su silencio, las noticias falseadas, los bulos y las conspiranoias en una situación de emergencia nacional como la que padecimos el lunes, dejaron de propagarse como la pólvora por las redes sociales, su exponencial caldo de cultivo.

Se agradeció que el flujo informativo se cediera, por obligación consumada, a los profesionales de la comunicación, a la radio en particular que contó con exactitud y sin alarmismos lo que estaba sucediendo en cada punto de la península, sin dar pábulo a las teorías conspirativas ni a las soflamas inflamadas de aquellos pseudoinformadores que acostumbran a sacar tajada del miedo y de la tragedia.

Estoy convencido de que gran parte del aplomo, la responsabilidad y la solidaridad con la que la ciudadanía asumimos la situación crítica fue gracias en parte a que no estuvimos espoleados por los bomberos pirómanos con los que nos hemos visto obligados a coexistir en estos últimos tiempos. Aquellos que alientan el discurso contra la institucional, contra la democracia, alimentando el miedo y, con él, el odio.

Ya está todo dicho sobre el papel esencial que jugó la radio en esas horas, las radios a pilas, un invento redescubierto para muchos y recién nacido para otros. Una fuente de información fiable, sólida y contrastada.

La información es un bien delicado que debe tratarse como tal, con responsabilidad y con profesionalidad. Torcer la realidad para alimentar espurios intereses puede convertir en dramática una situación que de otra manera podría haber sido sostenible y salvable.

El 28 de abril día del apagón, fue un ejemplo de ello. Sin voceadores cavernarios, sin terroristas del odio, tratar la información desde la profesionalidad, contribuyó a que la jornada discurriera sin mayores incidentes.

Pero luego vino el martes 29 de abril y la recuperación casi total de la electricidad. La red abrió su espita y allí cayeron en cascada todas las noticias falseadas, bulos, mentiras y conspiranoias que tuvieron un día completo para cocerse en su jugo.

Sirva de reflexión a la ciudadanía. La trascendencia, la importancia vital de una información veraz y contrastada realizada por profesionales en una situación de emergencia. Aún me queda algo de esperanza.
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