Llegamos tarde y llegamos mal

20/06/2025
Es un barrio colmatado, superado por la propia vecindad, de los más densamente poblados de Marbella, con una falta de aparcamientos estructural que rompe por las costuras al mínimo incidente de tráfico, obra, etc. Uno de los corazones de Marbella entre Puya, la Divina Pastora, Divina Pastora Nueva y Huerto del Cura. 

La reciente concesión demanial para la construcción y operación del nuevo estadio de fútbol en Marbella ha levantado desde sus inicios una ola de preocupación entre los vecinos y vecinas. Con 45.000 metros cuadrados de terreno público cedidos a la Fundación Marbella FC mediante un procedimiento sin concurso público, a dedo, nos enfrentamos a un ejemplo flagrante de privatización encubierta.

La Fundación, supuestamente sin ánimo de lucro y vinculada al Marbella FC, es centro de críticas por su falta de transparencia. Aunque se mencionan nombres como Esteban Granero y la empresa Best of You, que gestiona el club, la composición exacta de su patronato y los intereses que realmente representa siguen siendo un misterio para la ciudadanía.

Es especialmente inquietante que una entidad originalmente destinada a la gestión de la cantera del club ahora se encargue de un proyecto tan ambicioso como la construcción de un estadio, una expansión que parece estar fuera del ámbito de sus objetivos fundacionales. Este cambio de dirección no solo carece de consulta ciudadana significativa, sino que también plantea serias preguntas sobre la gobernanza pública y la rendición de cuentas en Marbella.

El Marbella FC, bajo la administración de entidades como Nicanorca S.L., propiedad de un grupo inversor extranjero, agrava aún más las preocupaciones sobre quién realmente controla los destinos del deporte local y los recursos públicos asociados. La falta de transparencia en este proceso es una muestra más del oscurantismo con el que opera en muchas de sus decisiones el equipo de gobierno, un oscurantismo que también pone en riesgo el principio fundamental de que los recursos públicos deben beneficiar a la comunidad en su conjunto, no a intereses privados operando desde las sombras.

Los residentes de Marbella tienen el derecho y la responsabilidad de exigir una gestión más transparente y participativa de sus recursos públicos. La entrega de terrenos públicos debe estar respaldada por una administración clara y ética, que garantice que las decisiones importantes se tomen con el máximo escrutinio público y en beneficio del interés común.

El proyecto del nuevo estadio de Marbella debería ser un catalizador para un cambio positivo: hacia una gestión más responsable de los bienes públicos y una mayor participación ciudadana en las decisiones que afectan a nuestra comunidad y sin embargo es otra operación especulativa más de una ciudad en la que los servicios a la ciudadanía son cada más precarios y cada vez más escasos.

El tuétano de la gestión por parte de los munícipes debería ser actuar con integridad y compromiso con el bienestar colectivo, defendiendo los principios de transparencia y democracia que son fundamentales para una sociedad justa y equitativa. Pero aquí, una vez más, en Marbella. Llegamos tarde y llegamos mal.
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