“No sabía que tenía a Vito Corleone viviendo pared con pared”. Parece ilógica esta frase pero podría ser perfectamente la de un vecino de San Pedro Alcántara al conocer que agentes de la Guardia Civil han arrestado a dos jefes de la Camorra napolitana este pasado martes. ¿Cómo se puede permitir que unos personajes de estas características puedan estar viviendo impunemente a nuestro lado? Menos mal que el trabajo del juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, la Fiscalía anticorrupción, la italiana y el cuerpo de la Benemérita han dado sus resultados, sino ¿cómo sabemos que puede estar ocurriendo tabique contra tabique?
Y no es la primera vez que ocurre. Existe la mafia napolitana, la siciliana, la rusa, y qué casualidad que alguno de ellos ha pasado por nuestra ciudad. Traficantes de drogas, de armas, prostitución. Sí hay que reconocerlo. Si es que Marbella, gusta a todo el mundo. El problema es cuando se toma el nombre de nuestra ciudad en vano. Es decir, no sólo ocurre en Marbella (la que tiene nombre y la que también tiene ciudadanos) sino en otros puntos de la geografía mundial. Pero la imagen de marca de Marbella es muy golosa para echarla por tierra. Es cierto que pasan cosas pero, por ejemplo, esta operación se ha desarrollado desde Tarragona a Cádiz, pasando por Castellón, Alicante o Valencia. Pero el nombre de la ciudad siempre tiene que verse salpicado. Pues yo defiendo no sólo su nombre sino también sus apellidos. Las cosas pasan pero la vida continúa y somos más de 130.000 ciudadanos censados en este bello municipio que trabajamos o estudiamos o simplemente convivimos. No somos ni delincuentes, ni holgazanes, ni parásitos.
Vito Corleone, aquel “Padrino”, capo de la mafia, decía en una memorable sentencia, “hay que tener de cerca a tus amigos, pero aún más cerca a tus enemigos”. Una frase célebre, a gusto del consumidor. En esta ocasión, ese vecino sampedreño podría no creer lo que ocurría a su alrededor cuando veía a los agentes realizar los registros en las casas donde se han incautado de numerosos coches de lujo y otros enseres, incluso llegaría a pensar que estaba dentro de una película. Por suerte o por desgracia, muchos vecinos han tenido que pasar por momentos así con casos diferentes pero de corrupción como el caso Malaya o Ballena Blanca. Pero la cuestión es la misma.
El clan de los Polverinos se desmantela, pero quién dice que no haya otras agrupaciones latentes en nuestra ciudad. Yo, de momento, estoy tranquila, por qué. Pues porque tenemos una Guardia civil y unos investigadores, cada vez más adaptados a las exigencias del siglo XXI. Puede que no sepamos quiénes son los que viven a nuestro lado, lo que sí sabemos es que se trabaja para ello. Estamos vigilados las 24 horas, algunos ciudadanos más que otros, como un Gran Hermano que ha perdido la noción del número de edición. Marbella no es lugar para mafiosos y tampoco es sitio para que se manche su honor. Es una ciudad tranquila, orgullosa de sus raíces, de su gente, polémica también pero… ¡cuidado!, no le manchen ni el nombre ni su esencia sino…se las tendrán que ver conmigo o por, ende, con el pueblo.