Cuando giré mi cabeza a la izquierda y vi a mis compañeras entre el juego de luces y sombras esperando, entre bambalinas, salir a escena, fue entonces cuando me di cuenta que lo habíamos conseguido. Sylvia había cumplido el deseo de todas nosotras. Estábamos ante la realidad de una aventura imaginaria que había comenzado muchos meses atrás en la recién inaugurada Asociación de Danza del Vientre de Marbella. A mi mente vino aquél instante en que nuestra maestra, Sylvia Shazadi, en una de nuestras clases, nos explicó que nos convertiríamos en unos seres mitológicos que surcaban los mares y que ayudaban a los marineros a no perecer en su intento de surcar los océanos, seríamos desde ese momento Las Nereidas, la representación de las 50 hijas de Doris y Nereo que llenaban de color y salero las aguas de los más infinitos mares.
El mes de julio, séptimo del año, y fecha propicia para un buen chapuzón sería el momento en el que daríamos a conocer el encanto de aquellas jóvenes. Nuestro escenario no sería el Mediterráneo sino el teatro de la antigua Salduba que, para la ocasión, se vistió de gala con sus mejores ornamentos, incluso las olas del mar querían acompañarnos para no estar solas en tal efeméride. Además, había invitadas que llegaron de mares lejanos y cercanos. Habían atravesado la geografía acuática para responder a la llamada de la gran Sylvia Shazadi. Mercedes Nieto, venida de Hungría, no quiso perder la ocasión para rendir homenaje, un año más, a uno de los espectáculos más aclamados de Andalucía, el VIII Festival Internacional de Danza Oriental. Nuestra morada, Marbella, la que acoge, la que siente y la que hermana a gentes venidas de todo el globo terráqueo fue una anfitriona de lujo. Y es un lujo, valga la redundancia, que este tipo de espectáculos se den en nuestra ciudad y que se consoliden.
Trabajo, esfuerzo, pasión, entrega es la pócima mágica que utilizó el alma mater de las Nereidas para conseguir dejar en la retina de los allí presentes un recuerdo para la posteridad. Sylvia no defraudó, sino que elevó a los altares el sentido de la unión, de la complicidad, de la generosidad y del compañerismo. Sus pupilas, nereidas, nerviosas antes de enfrentarse a su propio destino, confiaban en ese sentir que les había inculcado Shazadi, la cual esa noche demostró una vez más su bondad, regalando movimientos de ensueño, sonrisas que atraviesan el alma y amor, mucho amor. Cumplía una década haciendo descubrir a sus alumnas la magia de la danza y eso era de reconocimiento. No sabe cuán importancia tienen los valores que ella enseña, la ilusión que ella transmite y las ganas y ansias de disfrutar, sin complejos, las vivencias de una persona que siente, sea cual sea su edad, su estatura, su complexión o simplemente su corazón.
El backstage fue un cúmulo de sensaciones. Una experiencia única e inolvidable. El Teatro Ciudad de Marbella esperaba con ansias y temblaba de emoción con cada actuación. Mili Quijano y Regina Ugarte dieron una vez más sentido y orden al Festival. Mari Ángeles, con su buen rollo, hizo posible que los nervios de dentro pasaran a un segundo plano, junto con sus compañeras. Las Ad-Dunia que siempre sorprenden y dan luz al escenario, Nazareth Conde, Nureen, Al-Kamra, Naadeva, Serenay y muchas más que hicieron de esa noche una velada mágica e inimaginable. Su cariño y bondad reflejaban el buen ambiente creado entre bambalinas. Más de 1000 personas han formado parte de este acontecimiento. Los que se ven pero también los que no se ven, el equipo humano, el staff, luces, sonido, patrocinadores, familia, amigos, todos han creado un hito en la ciudad en torno a la danza. Y esto pasa en Marbella. Ya es la octava edición, pero, sin duda, volverá el año próximo con más cartel, con más amor, con más ilusión si cabe. Y todo ello gracias a Sylvia, que cada año, se supera.
Aún no sabemos si aquel día fue real o fue un sueño que vivimos todas. Lo que sí es seguro es que ese día existió. Las olas bailaban al mismo son y la reina de los mares, Sylvia Shazadi, una vez más dio una lección de humildad, de buen hacer, de buen sentir. Las que así lo vivimos compartiremos por siempre una historia que quedará en el libro de los recuerdos. La línea del horizonte, que siempre parece infinita, se acercará aún más a nosotras. Ahora, nuestro océano de sentimientos está más unido que nunca. Cada año llegará un nuevo reto, pero por lo pronto, seguiremos aprendiendo de su esencia. Cada barco tiene un puerto de partida. El nuestro ya ha zarpado. Ahora serán las próximas Nereidas las que tendrán que seguir su camino para aprender a bailar entre las olas.
Como ya dije en mi anterior post Sylvia Shazadi seguirá sorprendiendo. Y Marbella será testigo de ello. Ahora ya tenemos un lugar donde seguir nuestro rumbo, la Asociación Danza del Vientre de Marbella, que en verano no cierra sus puertas sino que las tiene de par en par abiertas para que entres en el gran mundo de la danza. Yo ya traspasé ese umbral y me convertí por unas horas en una hermosa y feliz Nereida, ahora puedes ser tú. La experiencia, sin duda será sólo parte de ti. Un día descubrí la danza o la danza me descubrió a mi pero lo que sé es que descubrí a Sylvia y todo cambió. GRACIAS SYLVIA.