Vuelve Jesús Gil, pero nunca se fue de Marbella

07/07/2019
Vuelve Jesús Gil. No, no ha resucitado, ni tampoco es que no hubiera muerto, sino que la plataforma de servicios de 'streaming' HBO estrena una serie documental de cuatro capítulos que, seguro, va a dar mucho que hablar. Retorna, por tanto a la actualidad, la figura del polémico alcalde, añorado aún por muchos hoy en día, estoy convencido. Porque el gilismo nunca se fue de Marbella, sigue aquí instalado y hasta reforzado. 

Sin que se hubiera estrenado aún la serie, ya se ha hablado mucho de Gil. No solo porque ha sido el tema estrella durante toda la semana en el programa "Todo es mentira", que presenta Risto Mejide en Cuatro, sino porque también ha estado presente hasta en los Cursos de Verano de la UMA en Marbella. 

En este último foro, el conocido periodista y analista político, siempre atinado, Antón Losada, definió al exalcalde como el pionero del populismo en España y lo comparó con Donald Trump. 

El recordatorio es muy acertado ya que llevamos años hablando del populismo de Podemos y, ahora, del que reprenta Vox, en extremos opuestos, pero quizá hemos olvidado que esta forma de hacer política no es nueva, sino que la introdujo en nuestro país Jesús Gil, aunque con matices. 

Sus formas, efectivamente, eran populistas, aunque no su gestión, que fue un saqueo continuo, un populismo ladrón.

Aquello de dar soluciones sencillas a problemas complicados no era lo suyo. Él distraía con proyectos fastuosos que nunca se hicieron, mientras vaciaba las arcas municipales, institucionalizando la corrupción en torno al urbanismo. 

Pese a ello, mucha gente lo defiende hoy en día en Marbella y, estoy seguro, lo volvería a votar. "Hizo muchas cosas", te dicen, sin darse cuenta de que por culpa de aquella gestión el municipio tiene graves carencias en temas tan importantes como educación y sanidad, por citar los más importantes.

El principal argumento para añorar a Gil es que en aquella época, dicen, había trabajo y, sobre todo, lo había en el Ayuntamiento, donde además blindó con un convenio ultraprotector a los que contrataba, la mayor parte sin ningún proceso de selección o, lo que es lo mismo, a dedo. 

La red clientelar que estableció le permitió ganar una y otra vez elecciones con mayoría absoluta, sin que importara la corrupción o que en Marbella no hubiera colegios ni centros de salud.

A día de hoy todavía mucha gente no comprende que, como no pagó durante años a la Seguridad Social ni a Hacienda, no solo dejó una deuda millonaria que tardará años en saldarse, sino que impidió que tanto el Estado como la administración autonómica invirtieran en el municipio. 

Pero, qué importaba eso si te colocaban al hijo, o a todos los hijos, familias completas, en el Ayuntamiento. Solo había que acercarse al régimen. Qué más daba un colegio más o menos, total, con echarle la culpa a la Junta, todo estaba arreglado. 

Aquella forma de actuar no acabó con la operación Malaya, sino que ha tenido una continuidad con el PP desde que Ángeles Muñoz ganó las primeras elecciones en 2007. 

Desde Izquierda Unida, Enrique Monterroso y Miguel Díaz, han utilizado con acierto el término "neogilismo" para referirse al nuevo régimen instalado en el Ayuntamiento de Marbella, que también podríamos denominar como "gilismo de guante blanco". 

Ahora el 'saqueo' de las arcas públicas es distinto, se hace a través de privatizaciones, mientras también se aumenta la red clientelar con más empleados en el Ayuntamiento, hasta que reviente. 

Hace años, tras las elecciones de 2007 que ganó con más de 24.000 votos Ángeles Muñoz, un miembro de la Gestora que se había hecho cargo del Consistorio un año antes, me dijo que aquella victoria se debía a que había tocado los mismos resortes que Jesús Gil. Y el votante, a la vista estaba, reaccionó igual. 

Y los comicios del pasado 26 de febrero, 12 años más tarde, han sido una muestra más. La alcaldesa, tras la moción de censura, renunció a gestionar, no quiso hacer obras, estuvo dos años trazando su estrategia para volver a gobernar en tiempos difíciles para su partido. Y le salió de nuevo, sabe cómo hacerlo. 

El clientelismo está detrás de la nueva victoria de Muñoz, tanto con las personas que han entrado a trabajar en las empresas que ha ido contratando para externalizar servicios, como en las 300 que coló en la Delegación de Limpieza a pocos días de las elecciones. 

Qué más da que ella fuera la misma que quiso regalar a Benahavís un trozo de Marbella, en concreto de San Pedro Alcántara, para pegar un supuesto pelotazo urbanístico. Qué importa eso si "a mí marido lo han metido de conductor en Limpieza". 

Mismo 'modus operandi' en un partido que en su día ya cedió la Mancomunidad a Jesús Gil para obtener la Diputación o que, como recordó hace unos días Julián Muñoz en televisión, nunca puso una denuncia contra los demanes urbanísticos de la época.  

La serie de HBO va a servir para recordar los tiempos de Jesús Gil en el Ayuntamiento, pero muchos de sus comportamientos aún siguen instalados en la institución, eso sí, con "guante blanco".
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