Piña y los cambios de criterio

Produce auténtica tristeza ver en lo que se ha convertido un político que otrora fue bandera contra una forma de gobernar de la que ahora participa como el alumno más aventajado. Son muchos los que continúan, continuamos, sin salir de nuestro asombro al ver que aquel que tanto criticó a Ángeles Muñoz ahora la sostenga en el poder. Y es que la transformación de Rafael Piña ha sido radical, tanto que ni siquiera acepta que le hagan oposición, como él hizo de forma tan dura. 

El alcalde de facto de San Pedro Alcántara, aunque él quiere serlo únicamente para lo bueno, no solo está apoyando al PP sino que se está mimetizando con esas formas que antes tanto criticaba.

Y lo hace sin complejos, con naturalidad, como si no hubiera traicionado a sus socios de gobierno el pasado mes de agosto. No por presentar una moción de censura, perfectamente legítima, sino por hacerlo a escondidas y después de ponerle un notable a la labor del tripartito.

Son detalles que Piña parece haber olvidado porque, aunque no debe tener muy limpia su conciencia política, lo cierto es que tampoco se le percibe ningún acto de contrición en estos meses.

Más bien al contrario, en el pasado pleno calificó como "enemigos" a los que antes fueron sus socios. El motivo es que ahora hacen su labor en la oposición y le critican, como hizo él con el PP durante cuatro años en los que fue azote de Ángeles Muñoz. 

Pero no, ahora Piña no quiere que cuestionen su 'inmaculada' labor. Y es que desde el PP le acostumbraron mal durante los dos años anteriores. Fueron muy poco críticos a la espera de una posible moción de censura, que al final consiguieron. El ataque, eso sí, lo hicieron en las redes sociales, sin dar la cara, y les salió bien porque los sampedreñistas les dieron el gobierno. 

Pero ahora llega el momento de que el alcalde de facto sampredreño sienta la fiscalización de los partidos de la oposición, de frente, no subcontratada, y, mira por donde, no le gusta. ¿Y cuál es su estrategia? Atacarles, hacer oposición a la oposición, en una imagen con la que se nos vienen a la cabeza figuras como Jesús Gil o Nicolás Maduro. 



Esta semana, Piña ha llegado a comparecer en rueda de prensa para criticar a PSOE e IU y, sin rubor alguno, ha hablado de la incoherencia de estos partidos y de sus cambios de criterio con las obras del palmeral. 

Para intentar eludir una polémica con los ciudadanos, que son los que le piden que no destruya esa zona indentitaria de San Pedro, opta por llevarlo al terreno de la política y embarrarlo, como hacen los equipos que no saben jugar al fútbol. El entrenador parece claro que es el PP. 

Siempre he pensado que demasiado respetuosos están siendo sus antiguos socios de gobierno con un personaje político que les ha traicionado de esta forma y que, por más que lo intente, no podrá hacer olvidar los años en los que machacó a Ángeles Muñoz y nos hizo creer que era un monstruo al que había que eliminar.

Y es que quien ahora habla de cambios de criterio, hay que recordarle que en su día dijo que Ángeles Muñoz estaba caducada y debía dejar paso, o que no podía ser alcaldesa o la llamó "señora de Luxemburgo y Benahavís", para después, el pasado 14 de agosto, firmar junto a ella una moción de censura. 

Eso debe ser coherencia y por ello tiene ahora valor de pedírsela a sus antiguos socios de gobierno. Causa profunda tristeza ver en qué se ha convertido Rafael Piña, un político ebrio de poder, con formas cada vez más totalitarias y que ha convertido San Pedro Alcántara en el cortijo de unos cuantos.

Creo que nada queda de aquel que luchaba por un municipio distinto al que proponía el PP y poderosas razones tendrá para este cambio, seguro. Que las aproveche, porque las encuestas preelectorales no le auguran nada bueno para mayo de 2019. Quién le ha visto y quién le ve. 

(P.D.: sería recomendable que alguien que ha sido concejal de Cultura en el Ayuntamiento de Marbella escribiera correctamente, con acentos, en Twitter. Para eso no hace falta ir a la universidad).