Entre "susto" o "muerte", al final "sustito"

14/02/2013
Retomada la tranquilidad en el Ayuntamiento de Marbella, después de que el miedo durante meses atenazara a los trabajadores, y aceptados ya los efectos del plan de ajuste, es buen momento para reflexionar sobre lo acontecido y sus repercusiones. Los empleados municipales se han librado de los recortes, de los cual podemos alegrarnos, entre "susto o muerte", al final ha sido "sustito", aunque la tijera hay que meterla por otros sitios, o recaudar más, y eso no puede ser motivo de satisfacción.  

Un plan económico-financiero, de ajustes o de recortes, como prefiramos llamarlo, no es, por definición, algo bueno. Siempre es negativo plantear este tipo de medidas, como también lo es su origen, el desfase de 19 millones de euros que se produjo en el ejercicio de 2011.

No caben, por tanto, a mi entender, las celebraciones, que equivaldrían, por ejemplo, a felicitar a un pirómano al que se ha obligado a apagar un fuego que él mismo ha encendido. Lo justo sería recriminarle que no hubiera prendido las llamas. 

Pues algo así ha ocurrido con el plan de ajuste municipal, del que se ha destacado que aporta estabilidad, y es cierto, pero lo hace con recortes y por imperativo legal tras haberse perdido el equilibrio. No se debe, creo, sacar pecho por ello. 

El plan de ajuste supone un nuevo esfuerzo para el municipio, que no habría sido necesario si las cuentas de 2011, insisto, hubiesen cuadrado. Ese sí habría sido un logro de gestión, no lo posterior. 

Sí debemos, en cambio, alegrarnos, obviamente, porque no se haya despedido a trabajadores ni tampoco se les haya rebajado el sueldo, aunque sí es necesario recordar que la propuesta inicial contemplaba duras medidas contra los empleados, que solo se pararon, por su insistencia, poco más de 12 horas antes de que saliera adelante el documento en el pleno.

Fue su perseverancia, forzando una reunión nocturna en el Ayuntamiento, la que hizo que, con el apoyo de los partidos de la oposición, se retirara el plan y se emplazara a las negociaciones con la Junta. Fueron los representantes sindicales, tan denostados últimamente, los que hicieron suyo el lema de Fuenteovejuna contra los abusos del Comendador y "todos a una" frenaron lo que iba a ser un mazazo para sus economías y que se había decidido sin ningún consenso. 

La parte siguiente corrió a cargo de las negociaciones con la consejera de Hacienda para que finalmente la Junta, la que tanto odia a Marbella, concediera un aplazamiento de nueve millones este año pese a que las arcas regionales tampoco atraviesan por un buen momento. En la célebre reunión de Sevilla, como ha explicado en varias ocasiones el portavoz de OSP, Rafael Piña, desde la administración regional se recordaron las facilidades dadas al Ayuntamiento tras la disolución y toda la ayuda que se prestó en el momento más crítico de su historia. 

A la Junta, lo escribí recientemente en otro artículo, cabe exigirle lo máximo, como a cualquier institución, por ejemplo que termine la ampliación de Hospital, pero está de más el ataque constante, la deslealtad, y la confrontación cotidiana. Echarle la culpa de todo lo que ocurre en Marbella recuerda a épocas anteriores. No digo que el caso sea igual en el fondo, ni mucho menos, pero las formas sí se le parecen. 

A estas alturas, pienso que todos deberíamos tener claro por qué en el municipio no hubo inversiones durante 15 años, ni por parte del gobierno regional ni por el central, que durante ocho años fue el de José María Aznar. Se hace necesario seguir recordando que las administraciones del GIL no pagaban ni a la Seguridad Social ni a Hacienda, de ahí la deuda que ahora se ha vuelto a renegociar en una buena gestión de la alcaldesa en Madrid.

Al no contribuir el Ayuntamiento a la caja común de todos los ciudadanos, no se podrían hacer inversiones con el dinero de los demás. Todo esto se conoció, tras las múltiples mentiras de la época del GIL, al llegar la Gestora, que ya desbloqueó la situación con los primeros acuerdos que posibilitaron inversiones, en otros tiempos, porque ahora brillan por su ausencia, está claro, tanto desde Madrid como desde Sevilla, en plena crisis económica.

Si aplicamos el mismo razonamiento, y la culpa del plan que recortaba sueldos era de la Junta, ahora que no lo hace, suyo será el mérito. Realmente, ni una cosa, ni la otra. El sentir común marcaba como necesaria una renegociación de los plazos para devolver los 100 millones y, si ya se ha logrado para 2013, algo hemos adelantado. Aunque también hay que recordar que la amortización actual fue acordada por los responsables actuales del Ayuntamiento. 

La culpa del recorte de sueldos que se planteó eran los 19 millones de desfase en 2011, que serán fruto de lo que nos quieran hacer creer, incluso de sentencias judiciales que deberían, supongo, haber estado previstas, pero no tiene vuelta de hoja que el origen está ahí. Que ahora, renegociando con la Junta, se ha podido evitar cargar los ajustes al capítulo de personal, pues mejor, pero insisto que no es necesario sacar pecho. 

Con el plan ya aprobado que, como recuerdan desde la oposición, contempla, por ejemplo, un fuerte incremento del Impuesto de Bienes Inmuebles, que percibirán muy fácilmente los ciudadanos, ha retornado la tranquilidad. Los trabajadores parecen conformarse pese a que pueden perder algunas ayudas sociales. Entre "susto o muerte", entendiendo por susto la rebaja de sueldos y por muerte el ERE, el haberlo dejado en "sustito" (reduccion horas extra y de ayudas sociales) se da por bueno, aunque lo mejor, sin duda, es que no hubiera pasado todo esto. 

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