El jeque nos deja otro tren bala

07/05/2013
Si Luis García Berlanga viviera, podría venir a Marbella a rodar la segunda parte de su mítica película "Bienvenido, Mister Marshall". Aquí también nos han dejado tirados, aunque no han sido los norteamericanos, sino un jeque catarí que ha pasado de largo después de tomarnos el pelo durante varios años y de jugar con las ilusiones de mucha gente. Su proyecto para la ampliación de La Bajadilla agoniza y parece encaminado a convertirse en uno de los más rotundos fracasos en la historia de Marbella, un nuevo tren bala japonés. Y no hay más culpables que Al-Thani, aunque sorprende la postura del Ayuntamiento alineándose aún con el incumplidor en contra de quien aplica la ley.  

La Junta de Andalucía informó el pasado viernes de la apertura de expediente para rescatar la concesión de las obras tras el reiterado incumpliento del contrato por parte del jeque. Parece una decisión lógica y está fundamentada, según la nota de prensa que se hizo pública, en cinco puntos muy claros. 

Por resumir y simplificar, Al-Thani no ha hecho absolutamente nada hasta ahora, desde que en diciembre de 2011 se firmara el contrato. Ni ha constituido la sociedad anónima concesionaria de la obra pública, ni ha presentado el proyecto definitivo, ni ha pagado el canon anual ni tampoco a las empresas que prestan sus servicios en el puerto. Por ello, ha recibido dos multas, de 30.000 y de 25.000 euros, que no ha pagado ni tampoco ha alegado en contra. Vamos, que sería en pleno siglo XXI lo que en los 80 se conocía como un pasota. 

En algo más de dos años, por tanto, se ha estado saltando a la torera todas sus obligaciones, mostrando un desinterés absoluto por la obra, vital para el futuro de Marbella. Durante todo este tiempo de incertidumbre nada se ha sabido de él, salvo la visita en septiembre de 2012 de Moayad Shatat, el consejero del grupo NAS, propiedad del jeque, quien dijo a la alcaldesa que la obra era "prioritaria". Si no fuera un tema tan importante, nos podríamos hasta echar unas risas. 

Por tanto, resulta más que coherente que la Junta de Andalucía haya dicho "basta" y vaya a retirar la concesión de la obra. De todas formas, ahora se abre un plazo de 15 días en los que Al-Thani puede presentar alegaciones, puede decir que quiere hacer la ampliación y que va a cumplir con lo pactado, puede hasta decirnos cuándo pone la primera piedra, aunque todo apunta a que nada responderá. Las únicas explicaciones que ha dado fueron el pasado sábado, quién sabe desde dónde, a través de la red social Twitter, cargadas además de un alto contenido político. 

Lo que todos los vecinos de Marbella esperaban escuchar del jeque es la fecha en que iba a comenzar las obras, pero no, planteó una huida hacia adelante atacando a la Junta y elogiando a la alcaldesa. Realizó prácticamente una despedida, si es que no había dicho adiós hace mucho tiempo, y aprovechó para culpar a la administración autonómica, quien le concedió el proyecto con bastante dudas en el concurso, al que también se presentó otro grupo de empresas, y quien le ha dado imnumerables prórrogas ante sus incumplimientos.

En cambio, el agradecimiento del jeque queda solo para la alcaldesa que, cierto es, apoyó su proyecto y le hizo posible a través de la UTE con el Ayuntamiento y la sociedad Puerto de Marbella, presentarse al concurso público. Ángeles Muñoz capitalizó desde el primer momento la ampliación de La Bajadilla y habló de 2.000 puestos de trabajo, por lo que ahora tiene que asumir su parte de responsabilidad en el fracaso, más allá del recurso típico, propio de otras épocas, de echar la culpa a Sevilla. Es el jeque quien la ha dejado en una difícil posición de la que intenta salir tirando de campaña propagandística. 

Es totalmente lícito que el Ayuntamiento se pusiera del lado de Al-Thani buscando el interés para Marbella, aunque ya no lo es tanto persistir en proteger a quien está incumpliendo la ley. Por ello, sorprende la postura institucional de los últimos días, buscando el enfrentamiento con la Junta y arremetiendo incluso contra el presidente Griñán. El Equipo de Gobierno ha pedido "flexibilidad" con el jeque, con el que se ha tenido suficiente paciencia, pero no puede pretender que sea infinita. Urgía dar un golpe sobre la mesa y sacar el proyecto del pozo donde lo había metido su concesionario. 

El empatanamiento de la obra debía tener un final, y se lo ha puesto, por fin, la Agencia Pública de Puertos Andaluces (APPA), dependiente de la Consejeria de Fomento, que gestiona, por cierto, Izquierda Unida. Eran muchas las voces que se alzaban ya pidiendo que se rescatara la concesión. Ahora, la exigencia principal a la Junta es que el proyecto no muera, sino que se retome con un nuevo concurso. Lo contrario sería causar un daño importante a Marbella y sería imperdonable.

En su día quedó fuera otro grupo de inversores, más modesto, en el que estaba Marinas de Andalucía. Por ahí, quizá, se pueda encontrar la solución, con un proyecto más humilde, más cercano, sin que deslumbren los petrodólares, porque el cupo de fiascos de proyectos faraónicos ya lo tenemos cubierto desde hace años con el tren bala. 

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