Hacia Camoján y Sierra Blanca

Pues bien, dos opciones, dos situaciones de una vía pública con aspecto diametralmente opuestos. Si bien la subida por la referida avenida Jaime de Mora, ésta se presenta de lujo, con amplias aceras, jardineras adecentadas, cipreses perfectamente podados, farolas que iluminan la calle… además, se supone que será el acceso a aquella Universidad extranjera que iba a empezar en el pasado octubre con sus clases y que esperamos abra pronto. En cambio, si optas por circular bajo la autovía, a través de la mencionada primera parte de la avenida Buchinger, no existen aceras, los jardines se convierten en matojos, ni una sóla farola que den un atisbo de luz a los coches que circulan…  Un día más, las imágenes hablan por sí solas.

 

Parecen el hermano rico y el pobre. Pero lo cierto es que el riesgo de accidente en la opción más paupérrima, existe (y eso es grave). A la inexistencia de aceras para los peatones, que se ven, por tanto, obligados a circular por la calzada, se une la oscuridad reinante cuando cae el sol y la estrechez de una calzada, en curva y con una gran pendiente a continuación (en sentido ascendente), o bien una pronunciada bajada y posterior curva (en sentido descendente).

 

¿Por qué no se toma ninguna medida en esa vía que conecta el centro urbano con una zona residencial -insisto- de alto standing, esto es, de lo mejorcito en toda Marbella? ¿O no son, tanto Cascada de Camoján como Sierra Blanca, dos zonas residenciales elitistas y, por qué no decirlo, de las más caras en toda la Costa del Sol, por su situación y ubicación, a apenas tres minutos del centro de Marbella? ¿Qué proporcionan a las arcas municipales en cuestión de impuestos y qué reciben en forma de servicios? ¿Qué pensarán quienes hayan adquirido una villa de varios millones de euros en esa zona norte, cuando aprecien el “camino de cabras” que deben tomar para llegar a los casoplones?

 

He comenzado hablando de dos calles como son Avenida Jaime de Mora y Avenida Buchinger (bajo la autovía). Pero cuando uno deja atrás la zona de Monteparaiso, con una calle de subida amplia, con aceras, farolas… durante un pequeño tramo, hasta el también lujoso Complejo Imara, se retoma la estrechez de la calzada que apenas permite el paso de dos vehículos, que casi se rozan, y vuelve nuevamente la inexistencia de aceras, otorgando una peligrosidad a los peatones que deben circular por dicha calzada… Podrán suponer que la peligrosidad de multiplica exponencialmente.