Despertares

03/06/2017
Las personas somos seres extraños, complicados, soberbios, y a veces hasta ridículos; además, de un tiempo a esta parte, los “acontecimientos” que a diario cobran protagonismo en los confidentes de moda (twitter, Facebook, diarios digitales y demás canales de comunicación), auténticas fábricas de héroes y celebridades de pacotilla, evidencian un grado de irracionalidad, que nos sitúa por debajo de los animales.  

Escribo estas líneas tras volver a ver “DESPERTARES”, excelente película protagonizada por Robert De Niro y Robin Williams y dirigida por Penny Marshall; ya me asombró en 1990, cuando la vi en mi etapa de estudiante universitario en un cine de Málaga. Tras estos años, el poso que nos deja la madurez de las experiencias vividas, he comprendido mejor el significado de las palabras pronunciadas por el personaje interpretado por De Niro en una secuencia sublime. Imaginad, tras permanecer TREINTA AÑOS sumido en un sueño maldito, despierta y en plena noche llama al médico que con su tesón y humanidad le ha permitido despertar; poseído por una energía incontrolable (la alegría de haber vuelto a la vida), comparte su asombro por las noticias que lee en el periódico (robos, violencia, muertes, etc…). Esta escena me conmovió, pero no tanto como el reencuentro con su madre; entonces, confieso que di rienda suelta a mis emociones y lloré.

¿Y qué decir del médico interpretado por Robin Williams? Un personaje de una humanidad y autenticidad supremas, que no se preocupa por su aspecto desaliñado o su vestimenta nada conjuntada, sino que su valía reside en lo que es y no en lo que posee; entrega su tiempo a unos enfermos que han sido abandonados por la sociedad, recluidos en un hospital donde vegetan cada día sin más expectativa que la muerte. Sin embargo, él no se rinde, no se conforma, porque según sus propias palabras, donde no alcanza la ciencia, cuando esta no puede hacer nada más, debe ser el amor el que coja el testigo.

Hecho este preámbulo, mi pregunta es ¿no pensáis que nuestra sociedad está enferma? ¿Cómo explicar si no que nuestros jóvenes practiquen “juegos” como La Ballena, Azul cuyo premio sea la muerte? Siendo esto irracional, lo es aún más que lo difundan a través de las redes sociales alcanzando la recompensa de la notoriedad. ¿Cuántos videos compartimos en twitter, Facebook, whatssap, etc… de contenido inmoral? No me entendáis mal en el uso de la palabra moral, pues no lo hago con un sentido de decencia o decoro, sino ético.

Todos estos hábitos sociales que terminan por convertirse en costumbre, han contribuido a que hayamos perdido la capacidad de celebrar cada día el milagro de la vida y todo lo que esto conlleva: querer a nuestros seres queridos, expresarles nuestros sentimientos, disfrutar de nuestros amigos en el eterno que nos rodea, recordando que cada día despertamos a un mundo que puede ser maravilloso.

En lugar de eso, nos aislamos en la tecnología, nos volvemos sofisticados pero inhumanos, y proyectamos toda esa energía negativa y frustración hacia nuestro entorno. En definitiva, nos estamos sumiendo en un sueño que es más bien una pesadilla. ¡DESPERTEMOS!
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