¡Pablo, gracias por todo lo que nos has enseñado!

26/02/2017
Nunca publicar la noticia de que alguien ha fallecido es agradable, mucho menos si esa persona ha tenido que superar una grave enfermedad y aún peor si apenas está empezando a vivir su vida. Pablo Ráez, el maldito cáncer ha ganado esta batalla pero todo lo que tú has hecho te ha hecho y te hará ganar la guerra. Si en España y el mundo se salvan ahora más vidas que antes por los transplantes de médula ósea eso es solo gracias a ti, Pablo. Gracias por todo lo que nos has enseñado.

Ya han pasado unas seis horas desde que conocí la noticia de tu fallecimiento. No me lo quería creer, aunque por desgracia sabía que no lo estabas pasando bien en estas últimas semanas. La pelea que has mantenido, cara a cara, frente a la leucemia ha sido encomiable. Digna de la mejor de las epopeyas. Nunca miraste hacia otro lado y dejaste claro que si había que morir sería de pie. Luchando con todas tus fuerzas por recuperarte y, sobre todo, por ayudar a más personas que, como tú, sufren por esta maldita enfermedad.

He bicheado las redes sociales y no dejo de leer preciosas palabras de los muchos amigos que teníamos en común y que, como yo, hoy no tenemos ganas de nada. He tenido que ir a cubrir el pregón del Carnaval de Marbella y tampoco el ambiente era el de otros años. El Teatro te ha guardado un respetuoso minuto de silencio que desgarraba como nunca lo había hecho para mí la ausencia del sonido. También nuestro pregonero Juan Delola ha comenzado diciendo que no tenía cuerpo para fiestas. Ese es el sentir de Marbella hoy. No tenemos cuerpo para nada.

Te conocí en nuestro "box" de Crossfit en Zona 8 allá por 2014 y desde el principio llamabas la atención. No por tus músculos, ni por tu capacidad de ir a más en cada entrenamiento; sino por la vida que siempre, incluso en los peores momentos, has desprendido. Hemos compartido entrenamientos, por supuesto tú a mucho mejor nivel que yo, pero nunca te vi pavonearte por ser mejor que la mayoría. Al contrario, siempre dispuesto a ayudar, a echar una mano al que lo necesitara.

Junto a tí aprendí -o al menos lo intenté- a entrenar practicando Crossfit. Pocas cosas unen más que el deporte y sufrir junto a otros grandes "crossfiteros" como Nano, Luque, Arjona, Rubén, Humberto, los mellis Fran y Álex, Chiqui, Darío, Valeriano, Soria, Laura, Álvaro, Peti, Pepe, Santi, Cañón, Pizarrín,... de la mano de los "coachs" Álvaro y Nacho nos hizo a todos formar parte de una comunidad increíble, una familia que ha "disfrutado" de este deporte y de la capacidad de superación que propone. Ahí tú nos ganabas a todos. Eras el benjamín pero la facilidad que siempre has tenido para hacer deporte la dejaste también patente en el "Crossfit". Si esa maldita enfermedad no se hubiera cruzado en tu camino, no tengo ninguna duda de que habrías llegado a lo que te propusieras en este deporte.

También trabajando estuve presente en la última prueba en la que participaste. Fue el 14 de marzo de 2015 y los bomberos organizaron una competición en el Paseo Marítimo. Antes de este campeonato todos comentábamos quiénes eran los deportistas de Zona 8 que más opciones tenían de ganar. Creo que si hubiera que apostar dinero todos lo habríamos puesto a Pablo con los ojos cerrados. Sin embargo, no tuviste tu mejor día. No sé por qué, pero lo comenté con algunos compañeros que te había visto cansado. No le di más importancia. Una mala noche, un resfriado. No sé, cualquier cosa puede mermar el rendimiento deportivo de una persona.



El mazazo llegó apenas dos semanas después, cuando en el "box de Zona 8" nos enteramos de la triste noticia. "Pablo tiene leucemia". Esta frase nos taladró a todos. No podía ser. "Pero si tiene 18 años, ¿cómo coño va a tener cáncer?", esto fue lo primero que pensé ingenuamente, como si esta enfermedad entendiera de edades y tuviera la mínima dignidad de no atacar a la gente joven. Esto solo pasaría en un mundo justo. Y éste, por desgracia, no lo es.

Recuerdo como a través de Facebook te di ánimos, y muchos más que poco a poco te fueron llegando. Y es que tú no te encerraste. El primer golpe al enterarte fue muy duro, pero después de tambalearte pusiste los pies en el suelo, te armaste de valor y plantaste cara a la enfermedad. No te irías sin pelear. Los miembros del equipo de Zona 8 estuvimos en Madrid para participar en la Spartan Race y allí todos nos pusimos tu nombre en la piel. No te puedes ni imaginar lo mucho que me ayudó durante esa dura carrera ver tu nombre escrito en mi brazo y poder enfrentarme a cualquier prueba que me deparara la carrera.

Poco después nos fueron llegando buenas noticias. Tu padre te donó médula y tú te recuperaste. O al menos eso parecía. Volvimos a coincidir en el "box" y te pregunté que tal estabas. "Bien, bien. Ya mucho mejor", me dijiste. Y de nuevo te pusiste a entrenar como si nada. Y de nuevo nos pasaste por encima a los que no habíamos tenido ese parón en los entrenamientos. ¡Vaya espectáculo! ¡Vaya deportista!

Pero la enfermedad no se había ido del todo y de nuevo te dieron la peor de las noticias. Y en esta segunda vez, demostraste con todas tus fuerzas lo que es ser valiente. No te encerraste en tí. Al revés le plantaste cara a la enfermedad y sobre todo hiciste lo más valiente que se puede hacer. Se lo contaste al mundo. Iniciaste una cruzada para conseguir que la gente se concienciara sobre la importancia de donar médula. Lograste que en la provincia de Málaga se multiplicara por 1.000 el número de donantes. Gracias a ti Pablo se han formado colas para hacerse donante. Gracias a ti el banco de donantes ha aumentado en más del doble en España en el último año. Gracias a ti muchas otras personas podrán salvar su vida.

Te hiciste viral. Te llamaron de todas las televisiones nacionales. Reportajes en prensa, radio, televisión, internet. Tus redes sociales crecieron en número de seguidores como la espuma. Y tú seguiste siendo igual que siempre. A todo el mundo tendías la mano. Aún estando muy cansado, ayudabas a cualquiera que te lo pidiera. Y sobre todo encontraste el amor en Andrea. Te prometiste y la tuviste junto a ti en estos momentos tan duros. También tu familia ha estado siempre a tu lado y tu amigo el cura Pepe tampoco dudó en darte su cariño y su apoyo en la fe. No soy creyente, pero con gestos como el que ha tenido el cura Pepe contigo, hacen que la Iglesia merezca la pena.

Finalmente en la batalla por tu vida no has podido salir victorioso. Pero en la guerra que has librado, tú eres el ganador. Eso que no lo dude nadie. Lo que ha conseguido Pablo Raéz Martínez no lo había hecho antes nadie en España. No te ocultaste detrás de una enfermedad y nos diste a todos una gran lección de vida. Disfruta de lo que tienes, de los tuyos, de lo maravillosa que puede ser la vida... Porque nunca se sabe cuando se puede apagar la luz. Pablo gracias por todo lo que nos has enseñado. ¡No te olvidaré jamás! Descansa en Paz.
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